Hace pocos años el gobierno celebraba con bombos y platillos que había sido reconocido por la FAO, órgano especializado de las Naciones Unidas para estudiar la alimentación y nutrición de los países, por haber alcanzado las metas del milenio planteadas en el 2000. Pero hoy la situación es totalmente distinta.
La misma organización, FAO señala en su reporte que, por tercer año consecutivo, Venezuela aumentó el número de personas con hambre, señalando que la desnutrición alcanza a más de 3.7 millones de personas, más del 10% de la población del país.
Esta noticia no hace más que reflejar la realidad que padecemos todos los venezolanos, y que venimos denunciando desde la llegada de Maduro al poder: El principal problema del país es el modelo económico del gobierno que condena a la población a reducir cada día más su calidad de vida, sus expectativas, la calidad de los servicios, su educación, y, hoy en día, hasta la alimentación.
El aumento de la desnutrición en el país ocurre por tercer año consecutivo, y somos el país de todo el continente con el peor retroceso, incluso por encima de naciones pobres como Haití y Bolivia. Y es preocupante en casos como la desnutrición infantil, porque compromete las capacidades de nuestros niños, que son el futuro, quienes son los llamados a construir un mejor país.
La causa fundamental de la subalimentación de los venezolanos está directamente ligada con la profunda crisis económica que vivimos. Tener ya más de 5 años en recesión económica sólo limita la capacidad de alimentos que producimos y consumimos en el país. Además, cumplir ya un año en un proceso de hiperinflación solo produce que nuestro poder adquisitivo caiga tan rápidamente que apenas nos alcance para alimentar a nuestras familias, sacrificando algunos productos y algunas comidas para que nuestros hijos puedan alimentarse bien.
Este gobierno nos quiere condenar a sólo comer lo que ellos dispongan y la cantidad que ellos quieren. Nos han quitado la libertad de elegir qué queremos comer, cuándo lo queremos comer y la cantidad de comida que llevamos a nuestras casas. Quieren secuestrar y monopolizar todos los mecanismos de venta y distribución, cuando nuestra tradición siempre ha sido comprar nuestras cosas en los abastos y supermercados de nuestras zonas, barrios y urbanizaciones.
La alimentación representa, no sólo el presente, sino también el futuro de nuestra sociedad. Debemos unirnos y actuar para detener esta crisis que nos está hundiendo cada día y que nos afecta en el más mínimo detalle de nuestras vidas.
La reactivación de la economía, con puestos de trabajo bien remunerados, que permitan que cada trabajador, con su propio esfuerzo de trabajo, pueda alimentar y sostener a su familia es la única solución para esta crisis. Maduro ha demostrado en estos 5 años que es incapaz de dirigir la economía del país, un cambio de políticas económicas y sociales es urgente para Venezuela.