En la cárcel de Ciudad Bolívar nació en 1953 el bolero “Escríbeme” que llegó a ser himno de los presos políticos durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez y lo cantaban como signo de rebeldía y angustia. Fue creado por el compositor y pianista Guillermo Castillo Bustamante y cantado por numerosos intérpretes después que Alfredo Sadel lo impuso, entre otros por Lucho Gatica, Javier Solís, Alfonso Ortiz Tirado, Roberto Yanéz y Simón Díaz.
Su historia comenzó cuando Castillo Bustamante –preso en la cárcel de Ciudad Bolívar– no recibió carta de su hija Inés, contacto entre sus hijos y su esposa Inés Pacheco, presa en la cárcel de mujeres de San Carlos. Contaba Juvenal Romero en su libro “Guasina así ocurrió” que por gestiones del obispo de Ciudad Bolívar Juan José Bernal, a la cárcel llevaron un viejo piano que Castillo afinó para luego producir algunas composiciones entre ellas Escríbeme, “en la cual plasmó la congoja, melancolía y temores comunes a nosotros”. La pieza se convirtió en un emblema para los presos.
Nacido en Caracas en 1910, Castillo se inició en el piano muy niño. Autor de más de 300 composiciones, trabajó de pianista en emisoras de radio en Nueva York. De regreso fue fundador de Radiodifusora Venezuela y la orquesta Swing Time.
Luego del golpe militar contra el presidente Rómulo Gallegos en noviembre de 1948, fue prisionero y desterrado. Luchador democrático incansable, Castillo regresó a Venezuela y junto a su esposa se incorporaron a la resistencia contra el entonces comandante Pérez Jiménez y fueron detenidos.
Ella pasó cuatro años presa y él seis. A Castillo lo enviaron a trabajos forzados en el campo de concentración de Guasina en el Delta del Orinoco. Lo iban a fusilar junto a Jesús Alberto Blanco, Guido Acuña, Ramón Lancini y Francisco Esteller pero se salvaron porque un teniente desacató la orden.
Prisionero en Guasina y su esposa Inés en San Carlos, su hija era quien podía hacerle llegar alguna carta. Es a ella a quien dedica el bolero.
Estreno de la canción
Retando a la dictadura perezjimenista, Alfredo Sadel la estrenó en el Show de Víctor Saume, programa de RCTV del mediodía y fue víctima de dos atentados por la policía política de la dictadura en retaliación, al considerársele correo de la disidencia.
Guasina
Muchísimos venezolanos desconocen que en Venezuela hubo un campo de concentración similar a los de Adolfo Hitler, pero en 1939, durante el gobierno del general Eleazar López Contreras se abrió en Guasina, uno de los lugares más espantosos de nuestra historia adonde fueron enviados indocumentados migrados de Europa huyendo de la guerra, en especial españoles y portugueses, expuestos a enfermedades como paludismo, disentería y mal de chagas.
Es una de las islas del delta del Orinoco bañada por los caños Boca Grande al norte y Sacupana del Remanso al sur, en medio del paisaje de la selva. Es un lugar pantanoso, invadido por la plaga, amenazado por las crecidas del río y con una temperatura entre 38 y 40 grados. Las constantes lluvias provocan la permanencia perenne de especies peligrosas como culebras de agua, cuaimas (culebras venenosas), caimanes, «caribes» o pirañas, además de arañas venenosas y otras especies como el chipo, causante del mal de chagas y mosquitos transmisores del paludismo. En 1943, después de conocer un extenso informe presentado al Congreso por el eminente médico Arnoldo Gabaldón sobre las inhumanas condiciones de insalubridad mortal de la isla, se aprobó y solicitó del Gobierno la definitiva clausura de ese horror.
Con su vocación totalitaria y represiva, el 8 de noviembre de 1951 la dictadura del comandante Marcos Pérez Jiménez reinauguró el campo de concentración con los primeros 446 presos políticos provenientes de diferentes cárceles del país, quienes pagaban el delito de ser demócratas y amantes de las libertades públicas.
José Vicente Abreu, unos de sus sufridos huéspedes durante los años 1951 al 53, después en Sacupana entre 1954 y 55 y luego en Ciudad Bolívar del 55 al 57, de donde fue expulsado a México, publicó en 1959 el libro “Guasina, donde el río perdió las siete estrellas”.
Abreu retrata las torturas, maltratos, castigos y trabajos forzados a que sometían a los presos, además del salvaje escenario escogido por la dictadura militar para tratar de sacarles confesiones de sus compañeros: “Es, quizás, uno de los lugares de la Tierra más hostil a la vida humana, ubicada a muy pocos metros de altura sobre el nivel normal del Orinoco, su territorio desprovisto en absoluto de necesarias defensas, es casi completamente inundado por las aguas desbordadas del río cada vez que éste crece, las cuales, al volver a su cauce lo hacen dejando toda el área convertida en una gigantesca ciénaga, un inmenso criadero de larvas».
Este campo de concentración es el antecedente de la Tumba y el Helicoide, los nuevos campos de concentración modernos de la dictadura de Maduro.
Escríbeme, de Guillermo Castillo Bustamante, en la voz del Tenor de Venezuela, Alfredo Sadel