Considerada la más importante balletista de la región centro occidental, si algún calificativo merece la bailarina barquisimetana Taormina Guevara es Pasión por el Ballet y reconocerla como la más dedicada bailarina, coreógrafa y educadora que en su academia abrió las puertas a cientos de niños que aprendieron bajo su tutela el arte del baile en su máxima expresión.
A mi entrañable Yuyita de Chiosonne debo algunas anécdotas de su comadre y amiga a quien muchas veces apoyó con su piano y la elegancia y fina ejecución para las presentaciones de sus alumnas.
Días atrás mi colega y amigo Nabor Zambrano me reclamó unas líneas para esta artista barquisimetana nacida el 22 de noviembre de 1925, hija de Rafael Guevara Núñez y María Teresa Álvarez Corvaia, quien a los doce años empezó su carrera en el ballet y pronto se convirtió en novel promesa del baile clásico.
Luego de cursar primaria en el Colegio Wohnsiedler se fue a Caracas y estudió en los colegios Alemán y Santa María. Al tiempo que aprendía ballet en la primera academia de danzas y ballet que existió en Venezuela con la profesora Steffy Sthahl, estudiaba armonía, teoría y solfeo con los grandes pedagogos de la Escuela Superior de Música de Caracas.
Estudiante aventajada enseñaba ballet en los grupos escolares más importantes de la capital como la Gran Colombia, República de Ecuador y Experimental Venezuela, gracias al aprovechamiento de las enseñanzas descubriendo además su vocación de educadora.
Por sus méritos el Ministerio de Educación le otorgó una beca y se fue a Nueva York a estudiar en la prestigiosa academia Ballet Art del Carnegie Hall de la Escuela American Ballet que le permitió recibir formación de destacados maestros como Manolo Agullo, C. Karnakovsky, Mirian Landré, Vera Netchinova y el reconocido coreógrafo George Melitonovich Balanchivadze, entre otros.
Cuando estaba en un momento estelar de su formación y mejor expresión, en una presentación en el Carnegie Hall sufrió un lamentable accidente que le afectó un menisco y la imposibilitó seguir bailando.
Pero la fatalidad no la iba a retirar del baile y regresó a Venezuela donde cumplió una temporada en Caracas para retornar a Barquisimeto donde se dedicó en cuerpo y alma a transmitir sus enseñanzas en su Academia de Danza y Ballet Taormina Guevara, la primera institución de ballet clásico en la región, en su residencia frente al Parque Ayacucho, hoy invadida como tantas otras viviendas del sector por seres sin dignidad que han acabado con el patrimonio alrededor de esta monumento.
Bajo un riguroso plan de estudios integral de formación cultural además del ballet, Taormina Guevara convocó a un grupo de profesores especialistas, entre ellos Hector Pelegattí, Omar Arrieche, Adrian Lucena y la colaboración permanente del maestro de la pintura José Requena, quienes cada uno en su área imprimió a la academia un sello de alta calidad que la convirtió en primerísimo punto de referencia mostrado además en giras nacionales e internacionales de éxitos reconocidos por la crítica.
Por una década, entre 1949 y 1959 bajo contrato del gobierno regional Taormina Guevara llevó sus enseñanzas a las escuelas públicas de la entidad al crear el Departamento de Danzas Rítmicas y Folklóricas.
El 11 de Septiembre de 1985, los expresivos ojos claros de Taormina Guevara se cerraron para siempre dejando a la ciudad sumida en una gran tristeza y hoy la recordamos porque forma parte de los grandes barquisimetanos residentes en el más profundo olvido de sus coterráneos.