Esfuerzos titánicos para salvar ave diminuta en Venezuela #1Nov

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Un ave inofensiva, cuyo cuerpo bañado en rojo bermellón apenas cabe en el puño de una mano, hoy enfrenta el riesgo de quedar reducida al recuerdo en el dorso de algunos billetes, portadas de libros escolares, etiquetas de alimentos y disfraces infantiles en Venezuela.

Sin embargo, hay muchos que aún no pierden la esperanza y en medio de la severa crisis que enfrenta el país un grupo de científicos con apoyo financiero del gobierno estadounidense y campesinos locales se han dado a la tarea de salvar al “Spinus cucullata”, mejor conocido como Cardenalito. Éste integra una de las 1.400 especies de aves que hay en Venezuela, que ocupa el sexto lugar en el mundo en diversidad de especies.

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La caza, el comercio ilegal y la desforestación han puesto en «peligro crítico de extinción» a esta pequeña ave que se considera un ícono de la fauna venezolana. Las previsiones más optimistas consideran que hoy podría haber unos 3.000 Cardenalitos, pero se teme que la población podría llegar a unos 300 en vida silvestre. Al comparar la población de tres millones que había a inicios del siglo pasado con los registros actuales, se evidencia que ha enfrentado una devastadora tasa de extinción en las últimas décadas.

Por ello, a pesar de la severa crisis económica y social que enfrenta Venezuela, un grupo de científicos locales y estadounidenses emprendió una iniciativa internacional para preservar lo que queda de la icónica ave.

Los ambientalistas evitan decir que el fin de la especie está cerca, pero algunos como el veterinario Miguel Arvelo -coordinador local de la «Iniciativa Cardenalito» y miembro de la asociación privada local Provita- admite que «no es un período de muchos años el que creemos que quedan con Cardenalitos sino hacemos algo al respeto en este momento».

«Iniciativa Cardenalito” inició hace tres años en Estados Unidos, en el Instituto Smithsoniano, en colaboración con el estatal Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y la organización no gubernamental local Provita. Sin embargo, no fue sino hasta septiembre del año pasado cuando arrancó el primer proyecto en las montañas de la región de Carayaca, en el estado costero de Vargas, para crear junto a los agricultores una zona de cultivo de café que pudiera convertirse en un hábitat seguro que sirva para insertar el ave y asegurar su supervivencia.

Esta iniciativa es la primera de su tipo que se desarrolla en Venezuela, afirmó, Cristina Sainz, presidenta de la Unión Venezolana de Ornitólogos, que precisó que en otros países de la región como Colombia también se han llevado adelante proyectos para crear hábitats y reservas para aves en riesgo.

Alterno a ese proyecto se está adelantando un futuro centro de cría del Cardenalito en el zoológico privado de Paya Leslie Pantin, a las afueras de la población central de Turmero, que cuenta con el apoyo de la Asociación Norteamericana de Zoológicos y Acuarios. En ese centro se espera criar a partir del próximo año a unos 200 individuos que, sumados a los 25 que tiene el Instituto Smithsoniano, podrían convertirse en el «Arca de Noé» para garantizar que la especie no desaparezca.

La protección del Cardenalito, así como la de otros animales que están en riesgo de extinción en Venezuela, se ha convertido en una tarea titánica para los científicos que no solo deben batallar con la hiperinflación y la escasez de bienes básicos que limitan los recursos para operar, sino también con otras dificultades como la ausencia de investigaciones recientes que permitan tener información precisa de la situación de las especies.

A las dificultades propias de la crisis se suma el hecho de que algunas humildes familias de zonas semiurbanas, agobiadas por los problemas económicos, han optado por capturar al Cardenalito para recibir lucrativas recompensas que suelen pagar los traficantes ilegales -algunos de ellos militares- que les garantizan la alimentación de sus hijos por varios meses, afirmó el biólogo Jhonathan Miranda, investigador de Provita.

Desde el siglo pasado el Cardenalito ha sido una de las especies más demandadas en el negocio de las aves gracias al llamativo plumaje rojo bermellón del macho, que lo hace muy codiciado para algunos criadores que suelen cruzar el diminuto pájaro -de unos diez centímetros- con canarios para obtener vistosos animales alados de color naranja o con pintas rojas en diferentes tonos.

Sobre el tráfico ilegal del Cardenalito no existen registros oficiales recientes, pero se sabe que la captura y el comercio no han logrado detenerse a pesar de que desde los años 40 la ley empezó a exigir protección. En cuanto al impacto que eso está generando sobre la población del ave tampoco existen cifras recientes, pero Miranda reconoció que inicialmente se estimaba que ésta se distribuía de un extremo a otro del norte de Venezuela. En la actualidad, opinó, sólo quedan pequeñas poblaciones fragmentadas en la región costera del país, en el norte de Colombia y Guyana.

Mientras en Venezuela el Cardenalito ha ido desapareciendo, en España, Italia, Alemania, Portugal y Estados Unidos se ha hecho popular, situación que muchos asocian al tráfico ilegal. En internet es común encontrar diversas ofertas de compra y venta de Cardenalitos venezolanos.

Entre las intrincadas y verdes montañas de la región costera de Carayaca, a unos 100 kilómetros al noroeste de la capital venezolana, Provita inició el proyecto «Aves y Café» para estimular entre los campesinos el cultivo de café orgánico bajo la sombra de otros árboles y crear así un hábitat especial que sirva en un futuro próximo como reserva del Cardenalito y otras aves y evitar la desforestación.

El proyecto está aún en una fase incipiente, pero los resultados ya han comenzado a sentirse, admitió el ingeniero agrónomo de Provita, Luis Arrieta, al reconocer que en «una primera instancia logramos frenar la desforestación».

De acuerdo con las estimaciones de Provita, en un lapso de dos a tres años podrían comenzar a observarse los «bosques de transición» en algunas laderas de las montañas de Carayaca que fueron desforestadas casi por completo, y entre unos cinco a diez años podría iniciarse la reintroducción de especímenes del Cardenalito en la zona, que se sumarían a las más de 300 especies de aves que habitan en el lugar y unas 60 especies migratorias.

Rodeado de decenas de frondosas plantas café de metro y medio de altura, enclavadas en medio de una escarpada ladera, Simón Then, un agricultor rubio de 53 años, camina entre los cafetos mientras muestra, con sus pequeños ojos azules encendidos de la emoción, las bayas que han comenzado a producir las plantas, proceso que asegura que logró gracias al cultivo sin químicos.

«Esto ha sido mi vida», confesó ilusionado.

Then, un descendiente directo de los primeros pobladores alemanes que llegaron a Venezuela, relató que luego de años de dedicarse a la mecánica en la ciudad decidió retornar al campo, donde nació y pasó su infancia, para rescatar las tierras de su padre que fueron golpeadas por la desforestación.

Él es uno de los 40 agricultores que se sumó al proyecto de cultivo orgánico para sacar un café especial que pueda salir del control de precios que mantiene el gobierno y lograr un producto de alta calidad, con certificación Bird Friendly, que puede venderse a más de cinco veces al precio del mercado (30 dólares el quintal de café), y garantizar un sustento rentable a los campesinos.

«Si se logra la calificación de orgánico es más trabajo, pero da más plata», dijo el agricultor al reconocer que de lograrse una producción rentable eso podría animar a sus vecinos a sumarse a la iniciativa y lograr que la zona «vuelva a ser como antes y esto se convierta en un bosque grande».

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