Tranquilo amigo lector. No se me ocurre un elogio de la sumisión ni defenderé la práctica gubernamental, arrogante y abusiva, de imponernos interminables y repetitivas transmisiones de radio y televisión, cada vez más parecidas a los “dos minutos de odio” de la novela de Orwell contra el “enemigo público número uno”, solo que mucho más largas. Ni siquiera tiene que ver con la copla popular andaluza: “Cuando yo estaba en
prisiones/solito me divertía/en contar los eslabones/que mi cadena tenía”.
Lo que pasa es que tengo una alegría que no me cabe en el pecho y le gana con creces a la tristeza que me da que por cosas del presupuesto que a ningún venezolano alcanza, a menos que se dedique a lo que ustedes saben, no haya podido acompañar en Salamanca, la de Cervantes, Fray Luis de León, Vitoria y Unamuno, a un querido, admirado paisano y amigo. Es sencillamente, y sencillez es idea inseparable de él, que fue entregado a Cadenas, Rafael Cadenas, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en el marco de los ochocientos años de la universidad salmantina.
¡Arriba Cadenas! Al revés del Himno nacional que grita como debe ser ¡Abajo cadenas! y por las mismas razones, exclaman las palabras de Alfredo Pérez de Armiñán, Presidente del Patrimonio Nacional español al anunciar el veredicto del jurado, quien subrayó que es el primer venezolano en recibir este galardón y, leo en el boletín oficial, “Además de destacar la excelencia de su obra, destacó su ejemplo moral en defensa de las libertades y los derechos humanos”. El Rector de la Universidad de Salamanca Ricardo Rivera Ortega, “hizo hincapié en la calidad humana y poética” de Cadenas.
Junto a los mencionados, quienes lo copresidieron, el jurado lo integraron los directores de la Real Academia Española, el Instituto Cervantes y la Biblioteca Nacional de España y diez destacados intelectuales de España y América Latina.
Aunque no estemos, porque está lejos y ya todo nos sale caro, Venezuela toda está en Salamanca cuando se rinde homenaje a su poeta, sabio administrador de las palabras y de los silencios, modestia republicana personificada. Cadenas quiere “SALIRSE DE LA OBLIGACIÓN DEL POEMA, del género, de la clasificación, y escribir, sólo escribir, pues no se trata sino de eso, escribir.”
“Salamanca no hace milagros, el que va jumento no vuelve sabio” se dice popularmente allá, pero no lo repetiré. No sea que acabe esta celebración procesado cual bombero merideño.