El personaje se las trae… Aunque su rostro ya denota cierta impetuosidad, nadie se imagina que por su boca pueden deslizarse a la manera de saetas verbales, insultos que suelen involucrar no solo a los afectados y los testigos, sino a la sensibilidad humana. Esa misma que por siglos, a través de la impronta cultural, se desliza abierta o silenciosamente, en las palabras. Las que nombran y ocultan; ofenden o alaban y que quiérase o no, acumulan a lo largo de los siglos, la historia de la lucha a favor o en contra los prejuicios que separan a los seres humanos.
´Yo a ti no te violo porque no te lo mereces. Eres fea¨, gritaría en plena cámara de Diputados a una de sus colegas, quien a pesar de sus 25 años de… ¿experiencia? como diputado, sigue llevando a sus 63 años, la impronta militarista de ver en el uniforme, una especie de extensión de un derecho ¨ natural¨ para ejercer la arbitrariedad. Se trata de Jair Messias Bolsonaro, militar de reserva, y candidato derechista por el PSL a la presidencia de Brasil, país cuya complejidad, extensión y diversidad nos permite pensar, que votantes y gobernados, pueden bailar no sólo la samba sino cualquier ritmo que incluya el ruido de las armas.
Defensor de la dictadura militar y de la tortura a los opositores, no solo homenajeó al coronel que torturó a Dilma Rousseff, sino que hace alarde de su desprecio por los familiares de víctimas de la violación de los derechos humanos, que buscan a sus desaparecidos, al lanzarles insultos cuyo contenido resulta impensable. Una frase expresa de manera resumida el enorme irrespeto por la vida de quienes murieron en torturas o enfrentamientos: ¨Quien busca huesos es un perro.¨ Recientemente se movilizaron 200.000 personas en Sao Paulo en su contra, por emitir amenazas en insultos en contra de los derechos del movimiento LGTB.
Es difícil referirse objetivamente a este candidato cuya opciones de ganar, son altas. Formado en la Escuela de oficiales en 1987, ya venía de una experiencia de 10 años en las Aguilas Negras. No fueron escasas las quejas de compañeros y superiores, sobre su agresividad para relacionarse con los demás. Un arresto recibido por reclamar un asunto justo: el derecho a un mejor salario, le daría la oportunidad de convertirse en una especie de ¨héroe¨ para sus compañeros, adquiriendo cierto liderazgo que le estimularía su capacidad de lanzar amenazas como quien reparte claveles, en una sociedad, la brasilera, cuya accidentada historia, incluye reinados efímeros como el de Pedro I de Brasil y IV de Portugal, quien declaró su independencia de Portugal, al convertirse en su primer emperador y primer jefe de Estado. Después vendría una larga relación entre la tierra como posesión y los ¨coroneles¨ de las haciendas, como germen de formas militaristas de enfrentar a quienes poseían mucho y los que ni siquiera eran dueños de su propia vida.
Habrá que pensar sobre los efectos del populismo de una izquierda que olvid ó sus ideales, traicionó a su gente y se corrompió no a la manera tradicional como solían hacerlo los políticos anteriores, sino en las sofisticadas maneras que la tecnología organiza en el siglo XXI. Basta recordar que fue Brasil y sus populosas ciudades, el primer país que nos mostró de una cruel manera, los movimientos de los campesinos sin tierra, la vida en las favelas, las cárceles terribles, la dictadura militar implacable, los llamados en los 80, ¨niños de la calle¨, de los cuales diera buena cuenta, el cine y los realizadores del llamado ¨cine novo brasilero¨, quienes abrirían los caminos posteriores que llevarían a formas de cine realista, cuyos protagonistas, no actuaban sino sus propias vidas. No es de extrañar entonces, que Bolsonaro, hijo de inmigrantes, ignore la historia del país que pretende mandar, guiado por el racismo y la misoginia, que le hace pensar que el hecho de haber traído al mundo una hija, fue la consecuencia de un acto de debilidad.
Decia Heine, que no hay nada más silencioso que un cañón cargado. Los tiempos que corren requieren de nuevas formas de interpretación. De la participación activa y consciente de los diversos actores y el efecto de sus acciones, Y de la incorporación de las masas que siguen al margen de la educación y en consecuencia, del aprendizaje del ejercicio de la ciudadanía, que en todo caso, no es otra cosa que la recuperación del sentido de humanidad. Después de todo, se puede dudar de lo que un candidato a la presidencia, dice, pero no de lo que suele hacer.