DIFICULTADES SEMANALES
Cada semana se hace más difícil escribir esta columna. Los temas parecieran agotados y corremos el riesgo de ser cada vez más repetitivos, aunque siempre avancemos hacia lo peor con relación a la semana anterior. El mal no se detiene y, mientras este régimen exista, debemos estar preparados para no dejarnos derrotar por el pesimismo y mantener viva la esperanza del cambio necesario.
Quienes controlan el poder político y económico del país no tienen capacidad de rectificación, ni propósito de enmienda, ni mucho menos disposición para separarse del poder pacíficamente, bien sea como consecuencia de negociaciones para tal fin o porque sientan que la comunidad internacional los tiene clasificados al lado de los patéticos regímenes de Cuba, Nicaragua y la pobre Bolivia de Evo Morales. Todo lo demás son especulaciones que de buena o mala fe contribuyen muy poco al objetivo del cambio. No es esta la situación que los venezolanos merecemos.
La millonaria migración de compatriotas por el vecindario y el mundo entero mantiene la atención de muchos gobiernos y organismos nacionales e internacionales que se ocupan del tema. Hay la disposición tomada de actuar en defensa de los derechos de los migrantes y, por supuesto, también de los derechos humanos y de la libertad de quienes están afuera y de quienes continúan sobre viviendo en el país. Pero se espera una coordinación más eficiente entre esos factores y la dirigencia política y social que dirige a la oposición venezolana. Pareciera que no hay verdadera unidad con relación al objetivo fundamental de cambio de régimen. Algunos, muy importantes, siguen aferrados a la desviación electoralista que ha sido fundamental para el mantenimiento del régimen en el poder como producto de todo cuanto sabemos. Otros cuantos piensan que un esquema de convivencia les permitiría conservar o adquirir nuevas posiciones con limitadas cuotas de poder, pero suficientes para sus propósitos pragmáticos de mantenerse en la vida pública.
Para quienes no estamos dentro de esos juegos se nos hace dada día más difícil la convivencia y el respeto. Somos incómodos tanto para ellos como para la cúpula del poder. Nos mantiene activos la profunda convicción de ser auténticos intérpretes del ciudadano común, de la nación en general, que aspira el cambio en el menor tiempo posible y un nuevo gobierno capaz de ponerle punto final a esta pesadilla.
Indispensable, entre todos los factores que pensamos en la dirección señalada, una honesta unidad de ser y de destino y un entendimiento definitivo con todos los sectores internacionales dispuestos a cumplir con los deberes que impone la vida en democracia y la libertad.
Menos mal que el béisbol existe, pero quisiera tener la mente más despejada para disfrutar la Serie Mundial y poder seguir, más de cerca, la pelota venezolana.