Si en las estrellas, al igual que en el Sol, se desarrollan de modo continuo procesos de conversión de unos elementos en otros, mediante transformaciones termonucleares. Y si en el Sol mediante el proceso antes expuesto, además de conversión de unos elementos en otros, también se genera y difunde energía, que propagada por el espacio alcanza las atmósferas de todos los planetas del sistema. No cabe duda de que también las estrellas producen y difunden energía. Energía que propagada alcanza las atmósferas de otros sistemas planetarios del Universo. Esa energía solar y de las estrellas, no omitan que el Sol es una estrella, es la que transforma las partículas con las cuales están formadas las atmósferas, en partículas de luz. Es decir, son las que iluminan los días hemisféricos de los planetas.
La fuente de energía que son las estrellas son igualmente las que producen la iluminación en las partículas de las atmósferas. Dicho de otro modo, la energía proveniente de las estrellas se difunde por todo el cuerpo universal del espacio, que le sirve de depósito, y toca en todos y cada uno de los cuerpos ponderables sean planetas o satélites. Es así como por las noches de nuestro planeta se pueden observar tantos puntos de luz en la eterna noche del espacio.
De modo que, si la iluminación procediera de las estrellas y el sol directamente, el espacio permanecería siempre iluminado; pero no es así, es la energía procedente de todo esos cuerpos la que llega a las partículas que conforman la masa atmosférica de los planetas para transformarlas en partículas de luz. Y esto es lo que nosotros observamos desde la Tierra por las noches: Puntos de luz dispersos en el espacio siempre nocturno. Esto explica las razones de por qué el espacio es siempre oscuro y de por qué los puntos de luz son cuerpos ponderables. Cuerpos ponderables que como la Tierra, solamente pueden mostrar un hemisferio iluminado mientras el otro hemisferio permanece en la oscuridad.
La tierra, como todos esos otros cuerpos, se encuentran inmersos en la eterna noche del espacio universal. Si se hiciera un conteo de la cantidad de los puntos de luz observados desde la noche terráquea, nos daríamos la gran sorpresa de que, los puntos de luz son mucho más numerosos que los nueve puntos de luz de los cuerpos de nuestro sistema solar. Se deduce que esos otros puntos de luz pertenecen a otros sistemas no solares. Este es un descubrimiento nuestro que la ciencia hasta entonces jamás había propuesto ni descubierto. De modo que es la energía estelar la que ilumina todos los cuerpos, incluyendo las estrellas.
