La ilegitimidad de su Constituyente fraudulenta, desconocida por la mayoría de los venezolanos y por la mayoría democrática de la comunidad internacional, el grupito la está agravando con un supuesto proyecto constitucional fabricado a escondidas, al servicio de su insaciable apetito de poder y riqueza, con el que busca imponernos “legalmente” lo que llaman socialismo del siglo XXI que se resume en consumismo para ellos y comunismo para todos los demás.
La tal Constituyente nadie sabe dónde se reúne ni que discute. Cada vez la convocan menos y si lo hacen, es para aplaudir al Presidente. A sus ideas constitucionales las rodea el más antidemocrático de los misterios. ¿Con quién lo han consultado? No ha sido con las universidades, donde reside buena parte del conocimiento venezolano de la realidad nacional y de lo que se está ventilando en el planeta. No ha sido con los trabajadores organizados, ni con las cooperativas de la ciudad y el campo. Por ejemplo, los problemas de la economía, los más graves de cuantos hoy nos angustian y que han sido causados por su insensatez; no los tratan con las facultades de economía, ni con la academia, tampoco con la fuerza laboral ni las organizaciones de consumidores, y menos con los productores agrícolas y ganaderos, industriales, comerciantes, banqueros. Ningún abogado me ha dicho que le hayan preguntado por los aspectos jurídicos de la organización del Estado, tampoco las facultades especializadas ni la academia de ciencias políticas. No se sabe de nadie que sepa al que hayan convocado a alguna comisión de estudio.
Dudo mucho que un gobierno tan impopular se atreva a someter a referéndum, como es obligatorio, un proyecto constitucional que al pecado original de la ilegitimidad agrega el del secreto. Mi apuesta es a que andan buscando cómo escabullirse del pueblo soberano para imponernos su voluntad. Pero ojo, eso no quiere decir que no haya que prepararse.
El país tiene que estar listo, organizado, para hacer presión que no permita que el grupito se salga con la suya y de repente amanezcamos con una constitución aparte de chimba, impuesta. Hay que unirse para exigir ese derecho que nos pertenece. Y si los del grupito se atrevieran, que lo dudo porque como todos los abusadores son cobardones, no deberíamos perder la oportunidad de darles una lección inolvidable. De mostrarle al mundo entero, una vez más, qué clase de pueblo somos.
Exigir nuestro derecho a votar y votar NO a su proyecto chimbo no legitima nada. Al contrario. Es una denuncia potente de su ilegitimidad. A menos que seamos nosotros los que no nos atrevamos. El cambio puede andar por ahí escondido donde menos lo esperamos, pero no nos lo van a traer, hay que salir a buscarlo.