El 14 de enero de 1969 fue inaugurada oficialmente la catedral metropolitana de Barquisimeto, durante la procesión 113 de la imagen de la Divina Pastora a la capital larense, templo concluido meses antes por el entonces gobernador Miguel Romero Antoni, quien no quiso inaugurarlo pese a que sólo faltaban pequeños detalles y se retiraba del Ejecutivo Regional para aspirar a una curul en la Cámara de Diputados. Además, prefirió que la nueva iglesia fuese inaugurada con motivo de la nueva peregrinación de la patrona sentimental de los larenses.
Esta emblemática obra de la ciudad recibió todo el apoyo en los cuatro años de la gestión de Romero Antoni por un compromiso adquirido con el entonces arzobispo de Barquisimeto, monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel, de terminar el templo que debía continuar la tradición de los 14 de enero, desde 1856 cuando la advocación mariana de la Divina Pastora fue traída desde Santa Rosa por el vicario Macario Yépez para enfrentar con fe en Dios la terrible epidemia de cólera que causaba pena, dolor y muerte.
La culminación de la catedral metropolitana fue una de las muchas obras que este barquisimetido realizó como gobernador del estado Lara, desde su designación en marzo de 1.964 por el presidente Raúl Leoni, para un período de gobierno difícil por la existencia en territorio larense del más importante frentes guerrillero de entonces que enfrentó con coraje y éxito, para vencer a los enemigos de la democracia alzados contra el sistema de libertades públicas.
Hijo de Miguel Antonio Romero y Catalina Antoni de Romero, del mismo nombre de su padre, Miguel nació el 29 de Junio de 1.921, en plena dictadura del tirano Juan Vicente Gómez, por quien sus progenitores debieron abandonar querencias en tierras de Guayana por la persecución política del gomecismo.
Poco tiempo estuvieron los Romero Antoni en la capital y se vinieron en busca de paz y sosiego a Barquisimeto, donde el niño hizo sus estudios primarios en la Escuela Federal Lara y bachillerato en el Liceo Lisandro Alvarado y La Salle. Sus tempranas inquietudes políticas lo llevaron a fundar en 1941 con un grupo de amigos la Asociación Juvenil de Lara con filiales en Carabobo, Portuguesa, Trujillo y Yaracuy.
El 23 de marzo de ese mismo año se encuentra entre los dirigentes que reciben al maestro Rómulo Gallegos, quien vino al estado Lara a proponer su nombre y su trayectoria a la Presidencia de la República y el joven Miguel tuvo la suerte de estar allí, en la tribuna de oradores, con el escritor y dirigente político y escuchar sus palabras cargadas de vocación democrática y confianza en el porvenir para el poder civil, que habían de sembrarle una sensible conciencia política.
En diciembre de 1,944 preside en San Cristóbal la primera Convención de Asociaciones Juveniles que se convierte en Asociación de la Juventud Venezolana (A.J.V.) que designa a Rómulo Gallegos Maestro de la Juventud y aprueba el 12 de febrero de cada año Día de la Juventud Venezolana.
En 1.945 se marcha a Caracas a seguir estudios en la Escuela Química Industrial y ese mismo año se incorpora a Acción Democrática. En 1.946 es miembro del Comité Juvenil de Acción Democrática y en la Convención Nacional de la A.J.V. en Maturín, es electo Secretario General de la Asociación de la Juventud Venezolana. En sus tiempos juveniles dirigió los periódicos “Juventud” y “Santos Luzardo”, más tarde los semanarios “Combate” y “Barricada”, publicados en la clandestinidad, colaborando en la redacción y distribución su hermano Juan, al igual que el resto de la familia.
Allí descubre su vocación por el periodismo hasta participar como fundador de la Asociación Venezolana de Periodistas en Lara. Dirigió en Barquisimeto el diario La Nación y el semanario Alerta, fundados a raíz del derrocamiento de la dictadura en 1.958 y al reinicio de la democracia como sistema de gobierno en nuestro país.
Romero Antoni se incorpora al trabajo político con su hermano Juan en la Junta Patriótica regional presidida por Manuel Vicente Ledezma y reanuda su actuación en su partido donde desempeñó todos los cargos hasta llegar a Secretario General y allí estaba cuando fue designado gobernador de Lara por el presidente Leoni.
Haría falta más espacio para enumerar las obras de su gestión pública pero se pueden mencionar las más sobresalientes, además de la conclusión de la catedral metropolitana, como la ampliación de la Avenida 20, la creación y construcción del Parque Zoológico y Botánico Bararida, la Biblioteca Pública Pío Tamayo, el edificio sede de la Base Aérea Vicente Landaeta Gil, la construcción de la Casa del Periodista, la Zona Industrial, el balizaje del aeropuerto de Barquisimeto, el sistema de cloacas y acueductos en pueblos y ciudades de Lara, el Fuerte Terepaima, la Maternidad de Carora, el Centro de Historia Larense, las Casas de la Cultura de Barquisimeto, Quíbor y El Tocuyo, el Círculo Militar, la Escuela de Artes y Oficios, el Polideportivo Máximo Viloria, el Estadio de Beisbol Barquisimeto, el Velódromo Héctor Alvarado, el Central Sisalero y la Estación Experimental El Cují, las Urbanizaciones Patarata 1 y 2, Fundalara, El Ujano y Bararida II, las represas Alto Tocuyo, Dos Cerritos en Morán, Los Quediches en Torres, el Proyecto Yacambú, Fudeco y Comdibar y la construcción de más de 90 escuelas junto a su hermano Juan Romero Antoni en la presidencia de Fundalara, formando ambos una dupla de eficiencia en la región y recordar sus palabras al final de su gestión: “no hay una comunidad de Lara que no tenga una obra hecha bajo mi administración”.
Durante cuatro períodos fue electo diputado por el estado Lara al Congreso Nacional y se mantuvo activo en el trabajo político en su partido, donde dejó un legado importante a favor del desarrollo de la región y del país y la siembra de los más sólidos principios democráticos.
Mezquindades de la política y miserias humanas de baja ralea se han impuesto para no reconocer la fecunda y honesta obra del periodista Miguel Romero Antoni en la gobernación de Lara y todavía muchas comunidades exhiben orgullosas las obras dejadas por él junto a su hermano Juan, que le han caracterizado como uno de los mejores gobernadores que ha tenido la entidad, desde su creación en 1881, cargo por donde han pasado más de setenta gobernantes, en su mayoría militares.
Próximo a cumplir 61 años, Miguel Romero Antoni falleció el 15 de mayo de 1.982 en tierras agrícolas del estado Barinas, donde se refugió en sus últimos años.