El pasado miércoles la periodista Gladys Rodríguez entrevistó en su programa por el Circuito Éxitos a Luis Pedro España y Gerardo Perozo sobre la encuesta Ucab y Ratio-Ucab “Continuidad de la crisis”. Los resultados son para ponerse a llorar. Destaco los más importantes: 75% sigue evaluando mal la situación del país, pero por primera vez en dos años –y aunque parezca increíble- la mayoría ya no califica la situación como “muy mala”.
Es el “mejor momento” del gobierno: 36,5 % se muestra “satisfecho”. Los niveles de acuerdo con las nuevas medidas son las siguientes: 68,9% para el aumento de sueldo, 59,1% para el carnet de la patria (para comprar gasolina) y 62,9% para el cambio de la moneda. De ese universo, 58% dijo estar informado de esas medidas.
¿Dónde está la autoestima de la gente? ¿Es que acaso sienten que no se merecen nada mejor? ¿Es que la vida de los venezolanos se ha reducido a una perenne cola, donde todo es difícil o imposible de encontrar, donde la vida no vale nada y el futuro pinta peor?
Hace unos quince años tuve el privilegio de trabajar con Carmelo Ecarri y Aixa Armas empoderando mujeres líderes en los barrios del sur de Valencia. Durante seis meses les dimos charlas formativas e informativas. El último día, Aixa me invitó a hacerles un ejercicio de imaginación.
Les pedimos que supusieran que venía el alcalde y les ofrecía resolver un problema, uno solo… ¿qué pedirían? Hablaron entre ellas durante unos diez minutos y al final nos dijeron: “le pediríamos que nos pusieran la “pluma” más cerca”. Yo tuve que empezar por averiguar qué era la pluma. “Es el grifo de agua… es que está muy lejos de donde vivimos… tenemos que caminar mucho cargando los tobos de agua y usted sabe lo que pesan. Y cuando hay que lavar ropa, peor aún”.
“¿Y por qué no le piden agua corriente?”, les pregunté. Todas se miraron atónitas entre ellas. A ninguna se le había ocurrido pedir agua corriente. Total, era un ejercicio de imaginación, han podido pedir cualquier cosa. Pero no. Aparentemente pensaban que no se lo merecían.
Cada vez aceptaremos como “normales” cosas que no lo son. Y el único remedio a todos nuestros problemas es la educación. Si usted quiere hacer algo por el país, ocúpese de educar a alguien. Si no, aunque cambiemos de gobierno, todo seguirá igual… ¡o peor!