Hace mucho tiempo leí este hermoso poema, “VUELTA A LA PATRIA, del conocido poeta venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde. Y meditando sobre ello y de toda la carga emocional que el autor vuelca en sus versos, me proyecto a lo que va a ser el inicio de clases en este nuevo año escolar en nuestro país. En el poema, se nota el encuentro de dos sentimientos diametralmente opuestos. La alegría de volver a este amado terruño como es nuestro país Venezuela y dice “Ese cielo, ese mar, esos cocales, ese monte que dora el sol de las regiones tropicales… Son ellos, son los mismos de mi infancia, brillan a la distancia oh, inefable alegría, son las riberas de la patria mía”
Y por el otro, la tristeza profunda de no encontrar las cosas bellas, hermosas y útiles que dejó cuando se fue. Dice “Ya me retiro, solitario y triste; mas ¡ay! ¿A dónde voy? ¡Si no existe de hogar y madre el venturoso centro!…” Esta realidad hace que mi corazón palpite aceleradamente y no pueda evitar una profunda tristeza al meditar en la partida reciente de nuestros amados a otros países gracias la desgracia que sobrevino a este país.
Pero, necesariamente quiero ir más allá. En este mes que entra, estoy completamente seguro que la “vuelta a clases” también será una montaña rusa de emociones. Los niños que sinceramente anhelan comenzar clases esperan con ansias el uniforme nuevo. Sus camisas y faldas. Sus pantalones, zapatos y medias recién comprados donde se sienta el novedoso olor a limpio. Su entusiasmo de tener nuevos cuadernos, lápices, borras, colores y páginas para dibujar no se compara con nada, pero creo, habrá mucha frustración. Los libros de textos para consultar sus tareas y la deliciosa merienda que esperan llevar en sus bolsos, “bultos” o loncheras comprados a la moda, me parece no podrá ser. Entonces, me temo, que será un “Vuelta a clases” similar o peor que la de Pérez Bonalde. Y no es una opinión política de este servidor. Es una tristísima realidad.
Esa alegría inicial se transformará entonces, en una inevitable tristeza, por cuanto la posibilidad de comprar uniformes nuevos, camisas, medias, faldas y pantalón. Cuadernos, lápices, borras y colores de buena marca se tornará casi imposible. Los padres y representantes que antes tenían a sus hijos en la educación privada será inalcanzable el pago de matrículas. Y los libros de textos… costarán una fortuna. Ni que decir de computadoras y laptops como recursos adicionales. Y no quiero pensar en todos aquellos niños y padres que tendrán que salir a buscar una buseta o un vehículo público para transportarse a sus escuelas y liceos. Los camiones, cavas, volteos y gandolas insalubres, descapotadas, calurosas y altamente peligrosas serán el destino de tantas criaturas en las calles y avenidas de Venezuela. Esta “vuelta a clases, sin ninguna duda, será una verdadera pesadilla mis apreciados lectores.
Pero tengo que decir, que toda crisis, sea quien sea el responsable, solo debe llevarnos por dos caminos que van en paralelo. 1.- Tratar de seguir adelante haciendo los esfuerzos pertinentes sin decaer, trabajando duro y confiando que las cosas puedan cambiar. 2.- Volcar nuestra atención con más decisión a tener un encuentro diario con nuestro Señor Jesucristo. Aceptando que las pruebas las permite Dios solo con un objetivo muy claro. Que podamos allegarnos más a él y vivir alegres, regocijados en la esperanza verdadera que pronto él vendrá. “*Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe”Heb.10:37.*
Hasta el Martes Dios mediante por la WEB.
Próximo artículo ¿Día de la raza?