Para recordar: “Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos
también profetizaron”. (1 Samuel 19:20).
El año escolar comienza con un repetido ministro, el profesor Aristóbulo Istúriz. Y
es la 2da vez que lo hace en Educación. En ese orden, Crónica Uno, dice lo siguiente: “…el
ministro de Educación, antes mencionado, reconoció que existe un ‘éxodo’ de estudiantes
de las instituciones privadas a las escuelas públicas del país…, algo que es consecuencia de
la ‘guerra económica’ y no del accionar del Gobierno” (14/09/18).
Aprovechamos de preguntar: ¿Hasta cuándo van acusar a la “guerra económica?» Y
no nos digan los gobernantes que no tienen alguna culpa, por gran parte de lo malo que
ocurre en Venezuela.
Hoy no es nada fácil registrarse, cubrir necesidades de un colegio y tal vez por ello
la migración a las escuelas públicas. Pero, tampoco en el sector público están fáciles las
cosas: Ausencia de transporte, padres o tutores con bajos ingresos, mala alimentación,
escuelas no dotadas, encarecidos útiles, falta de medicinas, escasez de maestros (mal
pagados) y por ello algunos están en otros países.
Según el ministro, el lunes 17, se incorporarían a clases más de 7.644.869 alumnos
en todo el territorio nacional; 6.442.289 estudiantes en el sector público y 1.202.000 en el
privado. ¿Cuántos alumnos asistieron? No lo sabemos.
El pueblo de Israel practicaba un éxodo constante y se contaminaban con diferentes
naciones paganas. Por ello, hubo la necesidad de crear la “Escuela de los Profetas” (1 Sam.
19:20; 2 Rey. 2:3-5) y nuestro texto inicial muestra al profeta Samuel, como líder de tal
escuela.
En tal sentido, Flores, D.A (s/f) dice: “Las escuelas de los profetas fueron una
poderosa fuerza que limitó el avance de la… idolatría, materialismo e injusticia”
(losprofetasylasprofecias.blogspot.com).
Es evidente que un centro educativo, sea público o privado, pudiera convertirse en
el muro para evitar que nuestros niños y jóvenes no obtengan la formación moral ideal, y
también para moldearlos como buenos ciudadanos.
Tristemente, la escuela fundada por Samuel, decayó; por ello apareció el profeta
Elías, para poner las cosas en orden Dios le indicó que llamara a Eliseo, para que
aprendiera de él. Al principio, Eliseo no estaba muy decidido a seguirlo o servir a Dios, no
obstante, Elena de White, dice de Eliseo: “Al negarse a renunciar a todo por Cristo,
demostró que era digno de servir al Maestro. (Profetas y Reyes, PR, p.165). Antes de
separarse de su maestro, Eliseo pidió la ayuda de Dios, a través de Elías para continuar el
trabajo de su tutor (2 Reyes 2:9).
La autora mencionada, recalca: “El Señor indica una obra que ha de hacer en favor
de los demás; ‘tenga la profesión o actividad que sea’, su obra es revelar a otros el
Evangelio de la salvación. Cada empresa a la cual se dedique debe ser un medio hacia este
fin” (PR 166).
Hoy, cuando resulta tan difícil enviar a los niños o, a los jóvenes a la escuela; donde
los maestros ocupan (ocupamos) un lugar bien importante; durante el tiempo que estemos
con los estudiantes, debemos tratar de ayudar a formar los niños del mañana, que aprendan a amar a Dios y que sean buenos ciudadanos; servidores a los demás, sea cual sea su estrato o nivel social que tengan, para que el Evangelio de Salvación se predique en todo el mundo, antes de la 2da Venida de Cristo (Mateo 24:14).