Si los seres humanos, los cristianos, también los políticos y gobernantes pudieran meditar aunque sea un poco en la personalidad del apóstol Pablo, seguro este mundo y sobre todo este país sería mucho mejor. Él tuvo la valentía de verse a sí mismo y reconocer cuando y como estaba fallando. Se sabía pecador y por ello alcanzó misericordia y perdón de Dios.
Cuando llegó a decir de si mismo ¡Miserable de mí!, imagino el conflicto mental que portaba este hombre de Dios en su alma. Lo veo cabizbajo, triste y preocupado, por cuanto, ante la presencia de nuestro Señor Jesucristo se sentía un vil pecador. Decía: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”Rom.7:19. Sin embargo, a pesar que el apóstol reconocía su condición pecaminosa como lo somos todos los seres humanos, no se dejaba agobiar por la misma, entonces, tenía una respuesta maravillosa para ello “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”. Confiaba plenamente en que sus pecados eran perdonados en la persona de nuestro Señor Jesucristo.
El evangelista internacional Alejandro Bullón narra un evento sumamente triste que tuvo que afrontar en su vida como experimentado pastor de iglesia. Se sentía así, miserable. Se trata del caso, de un joven pastor que le visitó en su oficina para plantearle una delicada situación por la que estaba pasando y estaba muy deprimido. Le confesó un pecado que estaba cometiendo y que para él era inaceptable. Este experimentado hombre de Dios habló bastante con él, abrió la Santa Biblia, oraron y lo despidió. Pasó una semana aproximadamente y no se sabía nada de este joven pastor. Hasta que decidieron forzar la entrada de su casa y lo encontraron guindando de una viga del techo. Se había suicidado.
El afamado evangelista confiesa con tristeza sentirse igual que Pablo…mserable. Siente que falló con este joven líder. Que no supo fortalecer su fe. El gran problema del pecador es creer que su caso no tiene solución. Entonces, el enemigo utiliza ese sentir para apartarlo cada vez mas de la misericordia divina, por lo cual sobrevienen actos como el que cometió este joven . “El apóstol Pablo… ansiaba la pureza, la justicia que no podía alcanzar por sí mismo, y dijo: «¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Rom. 7: 24).
De esto podemos aprender que nadie sobre esta tierra está exento de cometer pecado. Todos somos pecadores, esa es la esencia de la Salvación. Pero Dios en su inefable amor se dio así mismo en el Señor Jesucristo para morir en la cruz del calvario por nuestros pecados. Hasta los malos gobernantes tienen la oportunidad de arrepentirse de sus permanentes equivocaciones que afligen al prójimo y con seguridad alcanzarán perdón. Pero ese arrepentimiento tiene que venir acompañado de una compensación o indemnización a quien han afligido y subyugado.
Tendrían que hacer lo que hizo Zaqueo cuando decidió escuchar a Jesús. Este hombre, un ladrón de cuello blanco o rojo. La verdad no se. Cuando se arrepintió de las maldades y el sufrimiento que hizo pasar a mucha gente, le dijo a Jesús. “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo
cuadruplicado·Luc.19:8.
¿Cómo les parece? Hasta el Martes Dios mediante por la WEB.
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