Se cumplen 17 años de los cuatro atentados terroristas perpetrados por Al Qaeda en suelo estadounidense. El más fuerte de ellos se corresponde con el ataque del grupo islámico al World Trade Center de Nueva York, lugar donde se levantaban las denominadas Torres Gemelas, en el momento en el que dos aviones de la compañía American Airlines impactaron contra ellas en la mañana del 11 de septiembre de 2001.
Tras los impactos, el pánico se apoderó de la ciudad y debido a la virulencia de la colisiones, ambos edificios acabaron derrumbándose dos horas más tarde produciendo la muerte de casi 3.000 personas e hiriendo a otras 6.000 entre trabajadores, personal de emergencias y cuerpos de seguridad.
En el interior del complejo trabajaban un total de 40.000 personas. A lo largo del día, se sucedieron el resto de ataques. Un tercer avión secuestrado se estrelló contra una de las fachadas del Pentágono, y un cuarto cayó en campo abierto sin alcanzar su objetivo prioritario, el Capitolio de los Estados Unidos, en la ciudad de Washington.
Pronto, las imágenes de los atentados terroristas dieron la vuelta al mundo. En el caso de Nueva York, la destrucción del World Trade Center afectó a 6,5 hectáreas de terreno. Durante semanas los equipos de rescate se emplearon a fondo en la búsqueda de los restos de las víctimas y de posibles supervivientes. En el peor ataque sufrido por Estados Unidos en su historia, el fuego que humeaba en la denominada «zona cero» tardó casi 100 días en extinguirse.
Atentados terroristas
La respuesta política del entonces presidente republicano George Bush consistió en lanzar una misión coordinada para dar con el paradero de Osama bin Laden, el cerebro de los atentados y fundador de Al Qaeda, que incluía una acción militar en Afganistán. La región se sumió en un período mayor de alteración política y social con el envío de tropas de una coalición occidental, coordinada por Estados Unidos, para derrocar al dictador Sadam Husein.
Las tropas norteamericanas se mantuvieron en el país hasta diciembre de 2014. Bin Laden prosiguió huido al frente de la organización hasta el 2 de mayo de 2011, cuando unidades de élite de EE.UU le abatieron en un tiroteo en la localidad de Abbottabad (al noreste de Pakistán), donde permanecía escondido.
Después el 11 de septiembre, Nueva York ha ido recobrando poco a poco la normalidad y con el transcurso de los años se han levantado nuevos edificios y memoriales en recuerdo de las víctimas mortales, de hasta 80 nacionalidades distintas.