Golpe de bisturí
“La Iglesia siempre ha visto pasar el féretro de sus perseguidores”. Esta lapidaria frase la dijo Mons. Abelardo Mata, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Mons. Mata es perseguido y amenazado de muerte por el régimen sandinista; ante esta amenaza, comentó que “nadie se muere la víspera” y agregó que el martirio no hay que buscarlo, pero si lo permite el Dios de la Vida, se acepta gozoso. Ortega, como todos los poseídos, está jugando el mismo juego de los de aquí: hablar de diálogo como fachada para el extranjero y no querer ni propiciar éste en la realidad. Método repetido, le falta inventiva, amén de buenas intenciones y honestidad. Los socialistas del siglo XXI están todos podridos.
Sí, la Iglesia ha permanecido veintiún siglos y se le puede aplicar, con un ligero cambio de sujeto, lo de aquella canción: “… y hace tiempo que anda viva mirando pasar los muertos”, frase implícita en la del obispo Mata. Y yo comento: alguien que se apellida Mata debe ser “duro de matar”.
La Iglesia Católica, en esta hora oscura, está acusada, en parte de su clero, de las perversiones más terribles. Muchas de estas acusaciones son verdaderas, pero también otras -quizás la mayoría- son falsas; sus eternos enemigos aprovechan el momento. Satanás se regocija de su temporal triunfo. Se olvida la gigantesca labor planetaria de educación, beneficencia, de asistencias a los enfermos, marginados y olvidados del mundo, que la Iglesia ha realizado, realiza y seguirá realizando, a costa de mucho sacrificio, abnegación, persecución, torturas y martirios. Se contabiliza que en este siglo ha habido más mártires cristianos que en todos los siglos anteriores.
No nos desanimemos ni vacilemos en la fe por esta oleada cloacal que nos salpica. Al contrario, debemos alegrarnos de que el bisturí haya hecho su certero corte en el tumor para hacer brotar el pus que envenenaba. Dios siempre saca de nuestros errores, de nuestros pecados más horribles, un motivo nuevo para enderezar el camino. Algún santo o santa del momento enarbola un faro. Si superó la pervertida etapa Borgia en el papado que cabalgó entre los siglos XV y XVI, ¡la Iglesia Católica es capaz de superar cualquier otra podredumbre! De esa familia funesta salió, nada más ni nada menos, que el gran santo Francisco de Borja S.J., segundo sucesor de San Ignacio de Loyola, cuando fue nombrado III Padre General de la Compañía de Jesús en1565.
En lugar de sumarse al coro de críticas y chismes contra la Iglesia, como desgraciadamente hacen muchos bautizados, hagamos todo lo contrario: unirnos en oración reparadora. Encomendemos a victimarios y víctimas a san Juan Bautista María Vianney, el santo Cura de Ars, sacerdote del siglo XIX. Humilde párroco de un pequeño pueblo de Francia, ejemplo cabal del verdadero sacerdocio. Pasaba hasta 18 horas diarias en el confesionario, escuchando a pecadores que venían de todas partes, buscando absolución y consuelo en el tribunal de la misericordia. De él dijo un día Lucifer que le había arrebatado 80.000 almas.
Todos somos Iglesia, hablar mal de ella es escupir para arriba. Confiemos más bien en que el golpe de ese bisturí saque de raíz el líquido infectado y el Señor convierta éste en un torrente de luz y gracia.