El organismo dirigente del Partido Laborista británico se reunió el martes para tratar de paliar una crisis en torno al antisemitismo que ha provocado un cisma en sus filas.
Grupos enfrentados de manifestantes se concentraron frente a la sede del partido en Londres, donde el Comité Ejecutivo Nacional debatía si adopta la definición del antisemitismo aprobada por la Alianza Internacional de Recordación del Holocausto.
Meses atrás, cuando el partido adoptó una definición que excluye en parte los pasajes referidos a las críticas a Israel, resurgieron las críticas de que el partido de centroizquierda se ha vuelto hostil a los judíos bajo la conducción de Jeremy Corbyn, un partidario de la causa palestina.
Aunque Corbyn afirma que el antisemitismo no tiene cabida en el Partido Laborista, algunos miembros sostienen que no ha eliminado los prejuicios antijudíos. La semana pasada, el veterano legislador Frank Field renunció al bloque laborista en el Parlamento porque, dijo, el partido se ha convertido en una «fuerza a favor del antisemitismo».
Se acusa a Corbyn de no expulsar a miembros que expresan posiciones antisemitas, y en lo personal por un discurso de 2010 en el que comparó el bloqueo de Gaza por Israel con el sitio nazi de Leningrado y Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial.
También se lo critica por asistir en 2014 a la colocación de una corona de flores en recordación de palestinos a quienes Israel vincula con el asesinato de 11 israelíes en las Olimpíadas de Munich en 1972.
Los partidarios de Corbyn acusan a los opositores y la prensa de derecha de tergiversar las posiciones del dirigente.
Reinaba la tensión en la calle frente a la sede de la reunión del martes, donde grupos enfrentados coreaban consignas a favor y en contra de Corbyn.