El empresario sudafricano Elon Musk se ha convertido en una especie de visionario, se plantea el reto de llegar a Marte antes que la mismísima NASA, que se empeña en impulsar el coche eléctrico y autónomo desde Tesla Motors, o apuesta en serio por la energía solar con una compañía como Solar City.
Su concepto, una especie de tren futurista que circula por tubos al vacío, promete un medio de transporte eficaz, limpio y rápido capaz de conectar Madrid y París en una hora. Pero incluso para alguien acostumbrado a salirse con la suya como Elon Musk, no es tan sencillo poner en funcionamiento un concepto tan revolucionario que cuenta, además, con un buen número de críticos.
Más de cien equipos, compiten algunos auspiciados por las mejores universidades del mundo, se reunieron en el mes de enero de 2016 en Texas para presentar sus diseños, entre ellos se encontraban cinco jóvenes que contra todo pronóstico y frente a equipos formados por decenas de personas, obtuvieron los premios a “Mejor Diseño Conceptual” y “Mejor Subsistema de Propulsión”.
El reto esta vez es mayúsculo, puesto que tienen que construir un prototipo a tamaño real de la cápsula que han diseñado y probarlo en la pista que SpaceX tiene en Texas, nada les parece imposible, comparten con Elon Musk, el inspirador de todo esto, la convicción de que los únicos límites son los que marcan su imaginación y su esfuerzo