Al comienzo de una visita a Irlanda, el papa Francisco dijo el sábado que comparte la indignación de los católicos por el hecho de que las autoridades eclesiásticas no castigaron los «delitos repugnantes» de los sacerdotes violadores y abusadores de niños.
Tratando de responder a una protesta global por el escándalo del abuso, Francisco citó las medidas tomadas por su predecesor, el papa Benedicto XVI, para responder a la crisis, pero Benedicto nunca reconoció el papel del Vaticano en la promoción de una cultura de encubrimiento.
Francisco no dio nuevos detalles de las medidas que podría tomar para sancionar a los obispos que no protegieron a sus rebaños.
«El hecho de que las autoridades eclesiásticas _obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros_ no hayan abordado adecuadamente estos delitos repugnantes ha provocado, con razón, indignación y sigue siendo una fuente de dolor y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto estos sentimientos», dijo el papa en un discurso ante el gobierno y las autoridades civiles en el Castillo de Dublín.
Apartándose de la lectura de su discurso, Francisco dijo que estaba empeñado en librar a la Iglesia de este «flagelo», sin importar el costo moral o la magnitud del sufrimiento que provoque.
El viaje de Francisco se ha visto eclipsado por una renovada indignación contra las fallas estructurales de la Iglesia católica a la hora de proteger a los niños o al castigar a los obispos que solaparon delitos, después de nuevas revelaciones en Estados Unidos, una crisis en curso en Chile y los procesos a jerarcas en Australia y Francia.
Irlanda es uno de los centros de la crisis de abusos sexuales en la Iglesia católica. Se espera que Francisco se reúna con algunas de las víctimas durante su visita de 36 horas, la primera visita papal a Irlanda en casi cuatro décadas.
Sin embargo, es poco probable que las palabras de Francisco o su nueva reunión con las víctimas de abuso puedan calmar la indignación que reina entre los católicos.
Un posible indicio del nuevo sentimiento popular fue la recepción que Francisco recibió en Dublín, que contrastó fuertemente con la estridente bienvenida que tuvo Juan Pablo II en 1979, comparable con la de un astro de rock.
Hubo poca gente para darle la bienvenida a Francisco, tanto en el aeropuerto como en las calles cercanas. Solo un puñado de personas lo recibió frente a la nunciatura del Vaticano en Dublín, a pesar del tiempo soleado del fin de semana.
Irlanda ha tenido uno de los niveles más altos de curas abusadores en el mundo, delitos que fueron revelados a los 4,8 millones de personas de la nación profundamente católica a través de una serie de investigaciones ordenadas por el gobierno en la última década.
Las revisiones concluyeron que miles de niños fueron violados o sufrieron otros abusos a manos de sacerdotes. Además, padecieron abusos físicos en escuelas administradas por la Iglesia, mientras que los obispos encubrieron a los abusadores.
La Iglesia irlandesa ya ha promulgado normas nuevas y más severas para reducir los abusos y esperaba la primera visita de un papa en 40 años para mostrar que ahora es diferente y más solidaria frente a los problemas de las familias católicas de hoy.
Más de 37.000 personas, la mayoría jóvenes católicos, se inscribieron para asistir al Encuentro Mundial de las Familias, patrocinado por el Vaticano, que comenzó en Dublín el martes y durará hasta el domingo, más del doble que el último encuentro familiar celebrado en Filadelfia hace tres años.
Algunos fieles expresaron esperanzas.
«Veo mucha vida nueva entre los jóvenes que tienen una fe profundamente comprometida, la fe católica», dijo Sean Ascogh, un feligrés que habló durante una misa reciente en Blessington, al suroeste de Dublín.
«Obviamente, están muy decepcionados por lo que ha estado sucediendo en la Iglesia en los últimos años, particularmente por todos los escándalos de abusos, pero creo que la gente puede trascenderlo», agregó.
Sin embargo, el historial de abusos en Irlanda ha dejado su huella.
En un país donde los obispos católicos ejercieron tal influencia que asesoraron a los redactores de la constitución de la república en la década de 1930, los votantes de los últimos años han dado la espalda a las enseñanzas católicas fundamentales: revocaron una prohibición constitucional del aborto y legalizaron el divorcio, la anticoncepción y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El primer ministro Leo Varadkar, quien dio la bienvenida a Francisco el sábado en el Castillo de Dublín, es abiertamente gay.
Se espera que las víctimas irlandesas de abusos y sus simpatizantes realicen una manifestación el domingo en Dublín, al mismo tiempo que Francisco celebra una misa de clausura de la conferencia familiar.