El negocio que tienen los «asesores» venezolanos que aprovechan la ola migratoria a través de la frontera en San Antonio del Táchira es calificado como la «gran estafa»
«Soy asesor conmigo no te faltará nada. Yo te embarco en un bus directo a Lima. Disfrutarás de wi-fi durante todo el camino, un almuerzo y una ducha diaria», es parte del discurso que los «asesores» le dan a los venezolanos que van alguna parte de Latinoamérica en busca de un mejor futuro.
Sin embargo una vez en el autobús las cosas cambian. Los venezolanos viajan mezclados entre legales (los que viajan con pasaporte) e ilegales (los que viajan solo con su cédula de identidad).
Los choferes de autobuses comienzan con la franqueza que a los «asesores» le falta.
Giovanni Restrepo un chófer de una línea llamada «Paisajeando», comentó a todos los pasajeros que la mayoría son engañados por los fulanos asesores. «Se pisan la manguera entre los propios venezolanos. Uno no puede ser así. Quien sale así de su país terminará siendo igual o más miserable que en su país».
¿Sellado de pasaporte sin cola?: Falso
Al salir del Táchira son al menos 5 horas para sellar el pasaporte de salida de Venezuela. En la entrada a Colombia es más fácil.
El suplicio de quienes son víctimas de los asesores comienza en Rumichaca, frontera entre Colombia y Ecuador. El supuesto privilegio que tenía el pasajero por su pago en San Antonio no era tal. La cola es igual para todos. Mínimo 6 horas.
Esperanzas ante todo
Cientos de hombres, mujeres, niños y ancianos venezolanos viajan con un solo propósito, tener una mejor calidad de vida.
A pesar de todo lo malo que puedan encontrase en el camino siguen con la moral en alto y dispuestos a trabajar para vivir mejor.
Tal es el caso de una pareja de maracuchos que han pasado varios escollos para llegar a Rumichaca este jueves. José Manuel Briceño y su esposa Alexandra Andueza. Ambos salieron por el paso fronterizo en Maicao esperando ser recibidos en Cali por un «amigo». La persona apagó el teléfono apenas recibió el mensaje de «Ya llegamos».
De ahí en adelante les tocó dormir en plazas, pedir dinero, pero siempre con las esperanzas de continuar. Compatriotas colombianos los vieron en esa situación les tendieron la mano y de poquito en poquito lograron reunir para sus pasajes hasta Ecuador. «Mi autoestima no me la quita nadie, mientras siga con la compañía de Dios seguiremos adelante», dijo con la voz quebrada José Manuel.