Daryl Weathers recuerda haber intentado rescatar a hombres del mar en las islas Aleutianas de Alaska después de que un destructor de la Armada de Estados Unidos tocó una mina que dejaron los japoneses tras la única batalla de la Segunda Guerra Mundial librada en Norteamérica.
La explosión destruyó la popa del destructor estadounidense Abner Read y dejó a muchos hombres cubiertos de aceite, lo que impidió rescatar a algunos.
«Estaban tan resbalosos que no podías asirlos», recuerda Weathers, de 94 años, desde su casa en Los Ángeles.
Los restantes 250 tripulantes sellaron el buque y este avanzó con dificultad de regreso a la costa oeste para ser reparado. Solo se recuperó un cuerpo de los 71 hombres que fallecieron.
Casi 75 años después, científicos que usan un sonar de rayos múltiples han hallado la popa de 22 metros (75 pies) a unos 88 metros (290 pies) de profundidad en el Mar de Bering.
Los científicos de la Institución Scripps de Oceanografía en la Universidad de California en San Diego, y la Universidad de Delaware la encontraron el mes pasado durante una misión de investigación financiada por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).
Los investigadores confirmaron el descubrimiento con un artefacto operado por control remoto, que proporcionó video de alta definición en tiempo real a los que se encontraban en el barco de investigación.
«Obviamente que alcanzar el éxito es motivo de gran regocijo para todos. Hay muchos aplausos; es como anotar un touchdown», dijo Andrew Pietruszka, arqueólogo submarino de Scripps.
La euforia terminó con la constatación de que fue el lugar de descanso final para los militares estadounidenses. Los que estaban a bordo del buque de investigación llevaron a cabo una ceremonia en la que se colocó una corona para honrar a los muertos.
No hay planes para sacar la popa del mar.
«Tomamos en serio la protección de estos restos porque creemos que son tumbas de guerra», dijo Paul Taylor, del Comando de Historia y Herencia Naval.
Las fuerzas japonesas capturaron la isla Attu en junio de 1942 y tomaron a unos 45 habitantes como prisioneros de guerra. Los militares de Estados Unidos la recuperaron el 30 de mayo de 1943 tras una sangrienta batalla en la que murieron casi 2.500 japoneses y 550 estadounidenses.