El exlegislador oficialista Mario Abdo Benítez juró el miércoles como nuevo presidente de Paraguay, un país con un comportamiento económico positivo por encima de sus vecinos sudamericanos.
Y aunque Paraguay tiene un reto importante para superar la pobreza que afecta al 26% de su población, los primeros desafíos del nuevo mandatario parecen más políticos.
Hijo de quien fuera durante 25 años el secretario privado del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989), Abdo Benítez asumió el Ejecutivo con un llamado a mirar hacia el futuro y dejar atrás las divisiones en un momento en que su Partido Colorado enfrenta desavenencias entre algunos grupos internos.
Abdo Benítez sustituye en el poder a Horacio Cartes, también del Partido Colorado, quien tras entregar la banda presidencial se retiró junto con algunos de legisladores aliados al ahora exmandatario.
Ya desde antes del cambio de poder se habían notado las diferencias entre los grupos afines a Cartes y Abdo Benítez.
Cartes compitió por un asiento en el Senado, pero los senadores que responden al nuevo mandatario no permitieron que jurara como miembro activo de la cámara alta alegando que la constitución otorga la senaduría vitalicia -sin derecho a voto- a todo expresidente a pesar de que la candidatura de Cartes había sido habilitada por la Justicia Electoral y la Corte Suprema.
Pedro Aliana, titular del Partido Colorado, dijo a periodistas que el ex jefe de Estado y sus adherentes «se sintieron traicionados y humillados por Abdo Benítez y sus colaboradores».
«Cartes fue generoso con Abdo Benítez poniendo en práctica la unidad y colaborando generosamente durante la campaña electoral para afianzar la candidatura y ganar los comicios del 22 de abril pasado», explicó.
Abdo Benítez no cuenta con mayoría en la Cámara de Diputados, de 80 miembros, ni en el Senado de 45 integrantes, por lo que tendrá que construir alianzas para gobernar.
Paraguay, un país con tan solo siete millones de habitantes y una economía basada en la producción agrícola y ganadera, es considerado uno de los más corruptos de la región, según la organización no gubernamental Transparencia Internacional.
De hecho, Abdo Benítez ha tenido que enfrentar reclamos de la oposición para que intervenga y apoye la destitución de al menos un senador oficialista, Oscar González, señalado de tráfico de influencias en 2017. El nuevo mandatario ha dicho que no podía interferir en asuntos de otro poder.
Abdo Benítez es licenciado en Mercadeo por la Post University de Connecticut. Cuando el exdictador Stroessner fue desalojado del poder, él se encontraba cursando sus estudios secundarios en Estados Unidos.
La historia de su padre como exsecretario privado de Stroessner apareció en la campaña pero no se volvió algo que lo afectara para hacerse primero con la candidatura oficialista y luego con el triunfo electoral.
En 2005 comenzó a incursionar en política militando en un movimiento interno del Partido Colorado hasta que 2013 ganó una banca en el Senado -del cual fue presidente en 2015-. En 2017 renunció para llevar adelante su campaña electoral.
Las principales propuestas de Abdo Benítez durante la campaña fueron ampliar la cobertura de salud con una estrategia preventiva, promover un desarrollo agropecuario sostenible, garantizar el abastecimiento de energía y al mismo tiempo impulsar la investigación y el desarrollo de fuentes alternativas. Además prometió una transformación del sistema de justicia.
El Fondo Monetario Internacional estimó que este año el Producto Interno Bruto crecerá 4,5% lo que, de concretarse, convertiría a Paraguay en el país de mayor expansión económica de América del Sur.