La semana pasada dejamos sentado en la columna “Lectura” la neutralidad de la energía que llena el espacio, y que esa energía penetra en la partícula de masa y energía que constituye las atmósferas de los cuerpos ponderables. Pues bien, esa energía con su neutralidad, que por otra parte se traduce, en imponderabilidad, es la que penetra la partícula, activa su energía y la masa de la partícula se convierte en fanal de luz; pero esa energía imponderable que penetra la partícula para poder asumir polaridad y, en consecuencia, optar por cargas eléctricas opuestas y actuar en las partículas atmosféricas, debe obedecer a la estructura de la masa de la partícula que, como se sabe, está compuesta de átomos.
El átomo es un cuerpo polarizado con un núcleo cargado de energía positiva y sus electrones cargado de en energía negativa. La energía neutra y, por ende, imponderable para ingresar a la masa de la partícula debe, necesariamente escindirse, es decir, dividirse: una parte ingresa por el núcleo del átomo y asume la carga positiva. La otra parte ingresa por los electrones y asume la carga negativa.
Este es el proceso mediante el cual la energía neutra del espacio, para poder ingresar a la masa de la partícula material y convertirse en energía eléctrica, energía polarizada con cargas opuestas: una positiva y la otra negativa, debe someterse adaptándose a la estructura material de la partícula. Es la estructura de la materia la que impone el nuevo comportamiento de la energía que abandona la neutralidad.
Dejamos claro entonces que mientras la energía en el espacio es neutra, con su ingreso a la masa de la materia debe escindirse y asumir cargas energéticas opuestas.
De modo que siempre se conservará en el espacio una energía neutral que sirva de medio por donde se desplacen los cuerpos ponderables, que ante la imponderabilidad de la energía neutra actúan también como cuerpos imponderables.
Esta misma energía es la que del espacio ingresa a la materia, condicionada por la estructura de la materia, deja de ser neutra y se electrifica; es decir, se activa. Se polariza; asume cargas energéticas opuestas, una positiva y la otra negativa. En síntesis, mientras la energía llene el espacio permanecerá neutral, pero cuando asume ingresar a la masa de la materia, entonces, deja de ser pasiva para electrificarse y actuar activamente. Nada más interesante que el comportamiento de este recurso vivificante de la materia que mantiene a nuestro planeta con toda la vitalidad para la vida. ¡No les parece!