Chío Zubillaga Perera, ese “Caroreño Universal” que diría su biógrafo Páez Avila, acuñó la expresión “Próceres del Trabajo” para referirse a esos héroes anónimos que con su empeño contribuyen a la tarea colectiva de construir la vida social. Hombres y mujeres de esfuerzo cotidiano, capaces de entregar cada jornada lo mejor de sí en la labor emprendida. Gente sencilla de cualquier condición, porque estamos en Venezuela que es país ajeno a blasones y abolengos, plebeyo, llano, donde abunda la gente hecha por sí misma, inmigrantes e hijos de ellos o criollos con origen en familias modestas que se han abierto paso en la vida a punta de trabajo honrado. Por eso en esta tierra nuestra tan *contra natura* es quien presume de sangre azul como aquel que cultive complejos o resentimientos. Y en punto a la política, ridículo es cualquier intento de trazar una línea plutocrática con pretensiones elitescas, como nocivo a la salud del desarrollo social es promover demagógicamente el rencor resentido para dividirnos y sacar provecho de esa artificial distancia entre venezolanos.
En el tiempo presente, cuando la propaganda busca camuflar con el remoquete de “Guerra Económica” el colosal fracaso de la perversa coyunda entre superstición ideológica e incapacidad, prolífica progenitora de actos de corrupción, la gente que trabaja de verdad, que sigue fajada a pesar de las adversidades, que no se rinde, tiene para mi condición heroica. Esos hombres y mujeres, de todas las edades y regiones, cualquiera sea su condición social, merecen ser reconocidos como “Próceres del Trabajo”. Al afirmarlo, como decía aquella conocida voz del periodismo deportivo “sin que me quede nada por dentro”, no hago discriminaciones ni admito exclusiones.
Próceres del trabajo son el hombre o la mujer que van cada día y hacen bien su tarea, con orgullo del trabajo bien hecho a cambio de una remuneración que por más que la aumenten no le alcanza; que supera los obstáculos que comienzan con el esfuerzo por llegar al trabajo en un transporte escaso, caro y en efectivo que no se consigue, y sin embargo cumple y rinde.
Y prócer del trabajo es el empresario pequeño, mediano o grande, hostigado, insultado, agredido a quien todo y todos le aconsejan bajar la Santamaría, no obstante lo cual persevera en su industria, negocio comercial o de servicios, finca o establecimiento financiero, o en el atrevimiento de emprender.
Esos son mis verdaderos héroes venezolanos.