Las inmensas estructuras metálicas que se instalaron como tribunas en cada extremo de la Arena Ekaterimburgo fueron construidas para demostrar que Rusia hablaba en serio sobre controlar el gasto.
Al final del Mundial, esas gradas temporales simbolizan los problemas con respecto al legado del torneo.
Las tribunas fueron objeto de mofas en las redes sociales. Al aire libre, los aficionados con entradas para esas secciones del estadio daban la impresión de que estaban en otro recinto. Pero fue ejercicio fiscal muy responsable. Podrían ser desmanteladas después del Mundial, con lo que se ahorrará en el mantenimiento. Las piezas serán donadas para locales más chicos.
Pero ahora las autoridades regionales dicen que aún no tienen un plan para remover las gradas, o los fondos para hacerlo, y han solicitado ayuda a Moscú.
El estadio se usaba para partidos de fútbol y otros deportes como el atletismo, pero luego de la renovación para el Mundial solo sirve para el fútbol. Su mantenimiento anual alcanza los 367 millones de rublos (5,9 millones de dólares).
«El estadio no puede sobrevivir exclusivamente del fútbol», reconoció el vicegobernador Sergei Shvindt en una entrevista con The Associated Press. Su esperanza es que conciertos y otras galas servirán para cubrir o reducir el costo.
Luego de acceder a los cuartos de final, Rusia ha recuperado los bríos en cuanto a su potencial futbolero. Varias de sus ciudades, sin embargo, deberán buscar soluciones por estadios que supondrán un gasto extra.
La renovación de la Arena de Ekaterimburgo costó unos 12.700 millones de rublos (203 millones de dólares). El presidente del Ural Ekaterimburgo, el club de fútbol de la ciudad que tiene previsto apropiarse del estadio tras el Mundial, ha dicho que remover las tribunas temporales costará 1.000 millones d rublos (16 millones de dólares).
Los costos de mantenimiento de otros estadios también se han disparado, con las autoridades locales rogando por ayuda del gobierno federal. El más caro de ellos es el de Samara, con un costo de 8 millones de dólares anuales, según dijo el gobernador interino Alexander Fetisov a la agencia noticiosa Tass.
El gobierno ruso no se pronunciado sobre el mantenimiento de los estadios, pero el director ejecutivo del comité organizador Arkady Dvorkovich dijo el miércoles que Rusia deberá seguir gastando para evitar lo ocurrido con Brasil, el anfitrión del Mundial de 2014, al descuidar estadios a los que no encontró uso posterior.
«No puedes dejar los estadios a la deriva… hay que ser responsables con ellos», dijo. «Y tristemente en Brasil no tenía los recursos para hacerlo en varios estadios».
El estadio de Volgogrado costó alrededor de 276 millones de dólares – o 69 millones por cada partido del Mundial que montó. Su capacidad de 45.000 es casi 12 veces más grande que la concurrencia promedio del club local Rotor Volgogrado la pasada temporada.
Nizhny Novgorod, Sochi y Kaliningrad afrontan situaciones similares en el país más poblado de Europa, pero en el que los partidos de su máxima división promedian un poco más que la liga belga. De los 12 estadios del Mundial, solo seis se emplearán para partidos de la liga nacional.
Rusia confía que los nuevos estadios atraigan a gente que no solía ver fútbol, pero que se entusiasmó con el Mundial.
«La función del Mundial es establecer una nueva pauta», dijo el economista Konstantin Sonin. «La gente que acudió a los estadios durante el Mundial esperará mucho más en el futuro en el estadio de lo que fue antes. Es lo más importante para el fútbol ruso debido a que las ligas europeas generan mucho dinero mediante los derechos de televisión y la concurrencia a los partidos ya pasaron esta etapa de gentrificación».
La mayoría de los clubes rusos son subvencionados por los gobiernos regionales o compañías estatales. Fichajes de jugadores de primer nivel podría despertar interés, pero también el rechazo si se emplea dinero de las arcas estatales.
Pocos clubes rusos divulgan sus cuentas, pero el Spartak de Moscú, en manos privadas, refleja la magnitud del problema.
Spartak es el club ruso más importante pero en la temporada 2016-17 solo recaudó 579,4 millones de rublos (9,25 millones de dólares) en venta de entradas), si acaso una pequeña porción en su planilla de salarios de los jugadores. Los derechos de televisión del fútbol ruso están entre los menos cotizados en Europa.
El gobierno ruso confía en una bonanza económica del Mundial gracias al turismo y la nueva infraestructura. La magnitud de esa inyección es cuestionada.
Para el gobierno, el prestigio y la posibilidad de presentar a Rusia con otra imagen fue lo más valioso.
Los estereotipos negativos «se desintegraron» durante el torneo, dijo el presidente Vladimir Putin la semana pasada. «La gente se dio cuenta que Rusia es un país hospitalario que abrió los brazos a los que nos visitaron».