El documental de la peste del siglo XXI, desnuda, una vez más, el fondo ideológico de este modelo de gobierno sustentado básicamente en el resentimiento social, la violencia y la manipulación. Todo esto ha sido una farsa montada sobre gigantescos recursos petroleros que circunstancialmente acompañaron a Hugo Chávez en su travesía de destrucción. Fidel Castro, el maestro de la fantasía igualitaria, jugó un papel fundamental en esta tragedia que vivimos los venezolanos, y de la cual, por las actitudes de nuestras élites políticas, todavía no sabemos cómo ni cuándo vamos a salir.
Hurgar en el fondo de la conciencia ciudadana para entender sus frustraciones y carencias a fin de manipular su conducta, es un acto recurrente de gobiernos autoritarios que perturban la paz social y generan cambios sustentados en la ignorancia y la fuerza. El derecho a la vida se desecha y pasa a un segundo plano. Las limitaciones y la ruina derivadas del saqueo al cual son sometidas las sociedades que compran el discurso del caudillo de turno, son acentuadas a medida que el proceso se consolida, puesto que por encima de todo principio, valor o sueño colectivo, prevalece la revolución y su sobrevivencia. La vida se hace miserable y los servicios públicos colapsan. Todo, modelado sobre las frustraciones psicológicas derivadas de las abruptas desigualdades sociales de las grandes mayorías.
¿Qué nos pasó? ¿Qué razones tuvimos los venezolanos para permitir que esto ocurriera?son preguntas sin respuestas aparentes que el liderazgo político, social y económico se hace todos los días. Una mezcla de contradicciones argumentales, dibujan un panorama confuso, sin rumbo definido luego de 20 años de sometimiento y postración. Tiempo suficiente para destruir las bases estructurales de la productividad, la educación y la decencia. Tiempo suficiente para anular los sueños de prosperidad de nuestros jóvenes. Tiempo suficiente para desenmascarar el odio subyacente sembrado en las entrañas de esta tierra, cuna de venganzas que buscan quebrar la convivencia entre hermanos venezolanos.
Entramos en la fase terminal de consolidación del modelo castrista que se ha impuesto en Venezuela. Las necesidades se agudizan y las fuentes de financiamiento se cierran. La deserción de la estatal petrolera venezolana es alarmante, gracias al desplome de la producción de crudos como subproducto terminado de la revolución. Nuestros profesionales y trabajadores ya no pueden vivir con los miserables salarios que devengan. El país se dirige aceleradamente a un inminente colapso económico, justificado,según las vocerías oficiales, por las sanciones de la comunidad internacional hacia individualidades corruptas del alto gobierno, pero que adicionalmente, cierra fuentes de financiamiento a una administración etiquetada como forajida. Una bomba de tiempo enciende su cuenta regresiva en una sociedad que busca desesperadamente salidas a sus dramas cotidianos. Unidad y sensatez son las consignas.
Mis comentarios:
– La oposición sigue a la deriva. Las trompadas de redes se incrementan cada día más. Una verdadera bomba fragmentaria ha caído sobre la MUD y El Frente amplio.
– Pareciera inminente el colapso terminal. Los sectores democráticos deben estar preparados para ello. Por eso se hace indispensable reconstruir rápidamente la unidad de todo el país.
No está bien favorecer a un perverso para perjudicar el derecho del justo.
(Proverbios, 18 – 5)