Las dudas que un sacerdote alemán tenía sobre la transformación del vino y el pan en el cuerpo de Cristo se disiparon el año 1263, en Italia, cuando en plena eucaristía, la hostia empezó a sangrar, manchando vestimentas sacerdotales y altar. Urbano IV instituyó la fiesta del Corpus Christi y edificada la catedral de Orvieto, se resguardaron las ropas manchadas de lo que fuera considerada sangre divina.
Ocho siglos y medio después, se sabe que no hubo milagro sino la transformación del almidón de la materia prima de las hostias, en pigmento rojo por obra y gracia de la bacteria serratia marcescens, cuyo pigmento se llama “prodigiosina”. La misma bacteria causante de la muerte reciente, de 11 niños en el Hospital Pediátrico, hecho que en medio de la consternación y gravedad, pone en evidencia, la profunda relación entre la corrupción y la impunidad de los funcionarios públicos, desde el poder central del Estado, hasta los que deberían dar cuenta y denunciar, en los hospitales, cifras en mano, las consecuencias que en la población venezolana, tiene el reiterado y desvergonzado robo de los dineros públicos del sector salud.
No es que no hay dinero para la salud sino una larga cadena de corruptos que vienen robando lo correspondiente a los presupuestos que han de garantizar que el Estado venezolano, cumpla con la puesta en práctica de lo establecido en la Constitución Venezolana. No es que no hay responsables. Los hay y muchos: Los que destinan el presupuesto para su peculio y los que callan, para no meterse en problemas. Nos es que nuestros médicos sean ineficientes o corruptos: sólo hay algunos devenidos en “bachaqueros” de medicinas e insumos robados y/o revendidos a precios inimaginables. No es que no hay leyes anticorrupción. Las hay, pero las vence la impunidad.
La muerte de los 11 niños no los tomó de sorpresa. En el 64º Congreso de Puericultura y Pediatría celebrado en Caracas en mayo, la pediatra intensivista Leymilena Jaime, demostró que informes elevados ante las autoridades hospitalarias, alertaron desde hace dos años, que la Serratia marcescens andaba por sus fueros en el Hospital Pediátrico. El mismo que por su categoría de universitario, fuera lugar de formación y ética médica. En septiembre de 2016 comenzó el brote en Cirugía con 29 pacientes neonatos contaminados con la bacteria que un año después, había avanzado a la Asistencia Médica Inmediata, produciendo 43 afectados. Desde enero de este año se contaminaron Neonatología y la Unidad de Cuidados Intensivos. El primer trimestre se registraron 28 casos confirmados de infección grave, cuyas víctimas mortales fueron 11 neonatos y bebés menores de 1 año, algunos con lesiones purpúricas en brazos o en piernas.
La Serratia marcescens es una bacteria que crece en el frío y en el calor, —de los 5 a los 40 grados— y puede sobrevivir en cualquier parte donde se combine la humedad, los hidratos de carbono y la oscuridad.No es muy exigente: Sólo requiere ausencia de higiene para crecer en forma de colonias color rojo sangre, gracias a la producción y acumulación del pigmento prodigiosina. Afecta a pacientes hospitalizados y los que tengan la inmunidad disminuida por enfermedades sistémicas o tratamientos inmunosupresores. Le estimula la resistencia a los antibióticos, que acá es doble por “resistirse” éstos, a aparecer cuando más se necesitan.
Razón de sobra para no comprender la actitud de los funcionarios de la salud, responsables en todos los niveles del Hospital para encender todas las alarmas. Con su indiferencia funcionaron a la manera de macro hidratos de carbono. El 18 de enero, el 13 de febrero y el 5 de mayo, fueron enviados documentos a directivos y Jefes de Unidades y Servicios de un Hospital que además de no tener laboratorio, requería de una limpieza profunda urgente por haber colapsado sus cloacas este año.
La denuncia dice que ni el director ni la Jefe de Servicio de Infectología, dieron respuesta. Tampoco la Unidad de Epidemiología del Hospital ni la Comisión de Infecciones Intrahospitalarias. Sólo se hizo en enero, una limpieza en Pediatría, AMI y UCI, “sin lograr los insumos necesarios para la desinfección del material, lavado de manos y seguimiento de los pacientes afectados”, según la Dra. Jaime, en un Hospital sin laboratorio y cuyas cloacas colapsaron este año.
“Prohibido olvidar” es nuestro deber ciudadano. El miércoles las redes de los DDHH introdujeron un documento que solicita la investigación penal ante la Defensoría del Pueblo y este viernes en la Fiscalía. Prohibido olvidar que la salud en Venezuela, lleva años contaminada por la corrupción y la impunidad. No hay lugar para el olvido.