“La mejor demostración del fracaso del gobierno de Nicolás Maduro es que nos puso a comer arepas de masa de maíz pilado artesanal y nos retrocedió a cocinar con leña, para llevarnos al siglo XIX, pese a que en 1954 un ingeniero venezolano patentó su invento de la harina precocida para hacer más llevadera la vida hogareña”, dijo la dirigente política Sobella Mejías para referirse a la situación de desidia que viven los venezolanos por la escasez de gas domestico.
Al explicar las constantes protestas de la comunidades populares por el deficiente suministro de gas doméstico, Mejías –presidente de la ONG Barquisimeto Actívate– reflexiona que “a la gente la han retrocedido al pasado porque la incompetencia de los gobernantes nos ha llevado a preparar los alimentos con métodos rudimentarios que nos recuerdan la era de fuego de los principios del hombre. Casi hemos vuelto a la edad de las cavernas”.
El difunto presidente Chávez alardeaba de Venezuela como la primera potencia gasífera del mundo, con las mayores reservas y hasta ofreció un estrafalario y mítico gasoducto para llevar gas hasta Argentina, añadió Mejías. Pero han sido incapaces de llevarlo a los hogares humildes de los venezolanos, quienes hoy sufren y padecen su escasez y protestan por todas partes, con sobrada razón, en especial en los barrios populares por la falta de combustible doméstico para preparar la escasa dieta diaria, también golpeada por una hiperinflación escandalosa, la más alta del mundo que corroe las economías depauperadas de la gente, en especial los más débiles jurídicos.
Ahora vemos a los más humildes y hasta gente de recursos con haces de leña para su casa porque la empresa suministradora del gas es incompetente para llevar los envases a las comunidades y otros vendedores encarecen con precios exagerados la bombona grande, especulación grotesca a espaldas de quienes se dicen protectores de los derechos de los consumidores, mientras persiguen a los comerciantes legales con operativos represivos que contribuyen a incrementar la escasez de alimentos y medicinas, además del desempleo creciente.
Todo esto nos debe llevar a la reflexión de la necesidad de un profundo cambio en el sistema económico que devuelva a la familia venezolana el derecho a mejor calidad de vida, perdida por las políticas erróneas aplicadas por quienes quieren atornillarse al poder con el más estruendoso fracaso, concluyó.