Durante décadas, los colombianos votaron con la vista puesta en el sangriento conflicto con los rebeldes de izquierdas que dominaba el país y su política.
Pero el domingo acudirán a las urnas en las primeras elecciones presidenciales desde la firma de un acuerdo de paz con el mayor grupo rebelde del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que puso fin al conflicto, y valorarán asuntos como la corrupción, la desigualdad, el índice de criminalidad y las relaciones con la vecina Venezuela, azotada por la crisis.
Los dos principales candidatos han presentado visiones drásticamente distintas tanto en el modelo económico de Colombia como en el futuro de su divisivo proceso de paz durante una campaña polarizadora marcada por una ola de sentimiento antisistema.
Las encuestas están encabezadas por el exsenador conservador Iván Duque, el protegido del incluyente expresidente Álvaro Uribe, quien lidera las críticas al proceso de paz, pero los sondeos indican que es poco probable que obtenga más del 50% de los votos, necesario para evitar el balotaje de junio. Por detrás está Gustavo Petro, antiguo guerrillero y alcalde de la capital, Bogotá, cuyo ascenso planteó la preocupación de que pueda empujar al país peligrosamente hacia la izquierda y sacudir los mercados.
Al menos dos candidatos más tendrían opciones de alcanzar el codiciado segundo puesto el domingo.
«Si él gana, tiene la oportunidad de cerrar algunas de estas divisiones en Colombia”, dijo Michael Shifter, presidente del centro de análisis Dialogo Interamericano, sobre Duque. «Pero la gran duda es cuál será el papel de Uribe».
La campaña desató temores tanto en la derecha como en la izquierda del arco político, con los críticos de Duque advirtiendo que su presidencia sería equivalente a un tercer mandato de Uribe, algo prohibido por la Constitución. Aunque es muy popular entre los colombianos por mejorar la seguridad y debilitar a los grupos armados ilegales, durante los años de Uribe en el poder, el ejército cometió serias violaciones de los derechos humanos.
Por su parte, Petro y su plataforma populista han sido comparados por los críticos con el fallecido líder socialista venezolano Hugo Chávez, de quien el candidato era admirador. Llevó a Chávez a Colombia en 1994 poco después de su salida de prisión, donde entró por planear un golpe militar, y esta relación lo ha perseguido durante la campaña.
Petro señaló que el modelo económico venezolano no funciona y se presentó como un “firme adversario” del actual presidente del país vecino, Nicolás Maduro.
Propone una revisión del modelo económico de Colombia para liberarse de la dependencia de las exportaciones de petróleo, impulsando a cambio su producción agrícola por medio de una reforma agraria. Según su programa, se elevarían drásticamente los impuestos sobre tierras no productivas para animar a los terratenientes a venderlas al Estado.
Hollman Morris, un periodista colombiano que ha estado apoyando la campaña de Petro, dijo que su trayectoria de militante izquierdista a congresista y alcalde de Bogotá, a posiblemente a la presidencia, es un signo importante de la evolución política del país mientras los votantes muestran su disposición para avanzar más allá del temor a los candidatos de izquierdas.
«Creemos que Colombia ha alcanzado un nivel de maduración importante”, señaló Morris en la sede de la campaña de Petro. «También paralelamente Colombia se empieza a dar cuenta del declive, del deterioro, del decaimiento de una clase política tradicional totalmente absorbida por la corrupción”.
En los días previos a la primera ronda de las elecciones, Petro acusó a las autoridades de no abordar un problema en el software de votación que, según dijo, podría derivar en fraude.
Esto generó indignación entre sus rivales y provocó una rara intervención en campaña del presidente saliente, Juan Manuel Santos, quien dijo que los «extremistas de izquierdas son lo mismo que los extremistas de derecha: inventan fraudes donde no existen”.
Además de en la economía, Petro y Duque difieren en un acuerdo de paz de lenta implementación y que sigue siendo polémico entre muchos colombianos que piensan que ofreció términos muy generosos a los guerrilleros desmovilizados. Petro respalda el pacto mientras que Duque dijo que necesita «correcciones”.
Otros dos candidatos, el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo y el exvicepresidente German Vargas Lleras, tienen opciones para dar la sorpresa.
Fajardo, a quien se le atribuye la transformación de Medellín de hervidero de delitos a destino turístico en crecimiento, defiende un programa para erradicar la corrupción y aumentar los programas sociales. Vargas Lleras prometió crear más de un millón de nuevos puestos de trabajo.