En las semanas transcurridas desde que el volcán Kilauea entró en erupción en Hawai, docenas de viviendas se quemaron por la lava, los residentes han huido de sus casas y nubes de humo procedentes del cráter cubren el cielo, lo que llevó a las autoridades a distribuir máscaras para proteger a la población de las partículas de ceniza.
La lava parecía fluir con más fuerza en los últimos días y preocupa que puedan arder más viviendas y que se ordenen más ecuaciones. Sin embargo, los científicos no pueden decir si el magma que sale por casi dos docenas de fisuras seguirá avanzando o se detendrá.
«No tenemos forma de saber si esto es realmente el inicio o el final de esta erupción», dijo Tom Shea, un vulcanólogo de la Universidad de Hawai. «Ahora mismo estamos todos en este mundo de incertidumbre».
Además de la ceniza provocada por las explosiones y de la amenaza de que la lava pueda cruzar las carreteras principales, las autoridades advirtieron el sábado de otro peligro a medida que el magma avanza en dirección sureste hacia el océano: el laze.
«Laze es cuando la lava caliente llega al océano provocando una niebla de ácido clorhídrico», explicó la agencia de Defensa Civil del condado de Hawai en un comunicado.
La zona afectada por la lava y la ceniza es pequeña en comparación con la Gran Isla, que tiene alrededor de 10.360 kilómetros cuadrados (unas 4.000 millas cuadradas). La mayor parte de la isla y el resto del archipiélago de Hawai no están afectados por la actividad volcánica del Kilauea.
Autoridades locales y estatales recordaron a los turistas que los vuelos que despegan y aterrizan de todo el estado, también en la Gran isla, no se han visto afectados. Incluso en la Gran Isla, la mayor parte de las actividades turísticas siguen funcionando con normalidad.