Fundación Guerreros Azules prepara actividades para concientizar a venezolanos.
Los nutricionistas Ariana Araujo y Enmanuel Velásquez señalaron que una disciplina de ejercicio y alimentación puede ayudar a reducir dosis de insulina
En Venezuela, las personas con diabetes tipo 1 (niños que requieren insulina para vivir) y tipo 2 (que adquieren la condición por malos hábitos de alimentación y ejercicio), no encuentran los insumos necesarios para mantener controlados los niveles de glucosa en la sangre, por lo que corren alto riesgo de complicaciones.
Así lo afirmaron los nutricionistas Ariana Araujo y Enmanuel Velásquez, en el marco de un encuentro con la prensa denominado “Diabetes, desnutrición, nutrición y lanzamiento de la Asociación Civil Guerreros Azules”, entidad sin fines de lucro dedicada a atender a los infantes con esta condición y a sus padres.
Velásquez explicó que el tratamiento de la diabetes “es costoso porque se requiere de medidores de glucosa, cintas reactivas, insulina y otros medicamentos que no se consiguen, algunos de los cuales necesitan una cadena de frío para mantenerse, que actualmente está comprometida por las frecuentes fallas eléctricas”.
El especialista en nutrición y educador en diabetes advirtió que, ante la ausencia de esta hormona que permite que el azúcar de los alimentos pase a las células del organismo, los pacientes están recurriendo al uso de infusiones hechas a base de plantas.
“Esta es una medida desesperada, pero sus consecuencias pudieran ser peores porque no mide la dosis ni su efecto sobre el organismo, al contrario de los fármacos que requieren al menos 10 años de investigaciones y pruebas antes de ser aprobados”.
Por su parte, Ariana Araujo, nutricionista y especializada en Psicología de la Salud señaló que de acuerdo con la escala de seguridad alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el país hay “un 13% de población desnutrida, por lo que estamos en situación de emergencia”.
La nutricionista señaló que es necesario que los venezolanos, “que actualmente tienen una dieta con pocas proteínas (debido a los altos precios), sin vitamina B12 ni hierro”, busquen alternativas para alimentarse “que rindan más en cantidad y que permitan estirar el ya limitado presupuesto”.
Entre las opciones está el “hacer combinaciones de cereales (maíz, avena, trigo y arroz), con granos, tubérculos o fruto secos; el ingerir las frutas y vegetales de temporada (son más baratos) y conservar los alimentos (congelados, deshidratados, envasado al vacío, etc.
De igual forma, recomendó prestar mayor atención a las medidas de higiene porque “muchas enfermedades están vinculadas a contaminación de los alimentos y el agua”, así como a la falta de insumos de limpieza como el jabón.
Creando conciencia
La coordinadora general de Guerreros Azules, Martha Paula Troconis, explicó que esta fundación nació por iniciativa de cuatro madres que decidieron unirse para hacer más visible la condición de los niños con diabetes tipo 1. “Estos infantes requieren acceso a glucómetros, cintas reactivas e insulina para poder vivir. Si esas cosas faltan, esos niños mueren”.
Señaló que esta red de apoyo prepara una agenda de actividades -que inicia el 21 de mayo-, con un Congreso auspiciado por la Sociedad Venezolana de Pediatría y la Casa Ronald McDonald, en la Torre B.O.D, donde especialistas en el área ofrecerán conferencias, talleres para padres, y se compartirán experiencias de jóvenes emprendedores y deportistas con esta condición”.
En julio, realizará una jornada de salud en los Farmatodo del país, para levantar un censo de los niños con diabetes tipo 1, con el apoyo de esa cadena de farmacias, el Observatorio Venezolano de la Salud y la Sociedad Venezolana de Endocrinología, en vista de que “en Venezuela no existe una base de datos sobre esta condición”, precisó.
Mariola Osechas y Melissa Cipriani, coordinadoras de esta fundación, señalaron que la diabetes “es un diagnóstico difícil de manejar y de asimilar. La idea es no verla como una tragedia, sino como un estilo de vida que no implica mayores limitaciones respecto a los que los infantes puedan hacer.