#OPINIÓN ¿Qué es el trabajo hoy? (2)

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Desde hace tiempo el trabajador no es solo el obrero fabril, el que produce bienes materiales y mercancías, y si bien existen otros actores: trabajadores informáticos, trabajadores virtuales, crecimiento violento de los sectores comercio, financiero, servicio, gerenciales, publicitarios, entre otros, que conforman una nueva clase de trabajadores propios del capitalismo actual, no por ello estos sectores dejan de ser trabajadores: No son ellos los poseedores del capital, por lo tanto son trabajadores. Ya sea el hombre humilde, el lumpen proletariado, o el de las clases medias, pero no son burguesía. Aunque con la tecnificación del trabajo, el predominio del trabajo administrativo- gerencial sobre el fabril, se crea que ya no se pertenece a la clase trabajadora, lo siguen siendo.

El capital no es solo materia prima, máquinas y dinero son relaciones sociales, no es la relación pasiva a histórica del trabajador individual frente a los medios, son las relaciones y el contexto que determinan esa relación de trabajo, donde el trabajo objetivado es parte ya del el capital, el capital aborda todo, lo abarca todo.

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Una posmodernidad que critica al positivismo por quedarse solo en lo tangible, e igual lo hace contra el supuesto mecanicismo del marxismo, pierde de vista o enmascara el carácter inmaterial y simbólico que hoy predomina en el Capital y, pretende medir el “fin del trabajo” solo desde la visión más tayloriana del trabajo fabril-material. Hoy la economía financiera, comercial, especulativa, del entretenimiento, pero también de la salud, la educación, del conocimiento, predomina sobre la de producción de bienes, ocupa más espacios, más trabajadores, genera más dinero, pero todos ellos son imposibles sin la producción material-real y además todos ellos son parte del trabajo y del capital.

Desde el marxismo o cualquier otra posición crítica al capitalismo, no podemos caer en la trampa de la sociedad postcapitalista, bajo el disfraz de la posmodernidad y la sociedad del conocimiento no podemos ingenuamente creer como lo planteaba- a fines de la década del setenta- André Gorz, en su ensayo Adiós al proletariado, como si se tratase de un proceso evolutivo que nos dirige a la abolición del trabajo como obligación y la recuperación del tiempo libre.

Ese creciente mundo económico inmaterial, no es una abstracción, por más que lo parezca, en última instancia, por más sobrevaluado, por más etéreo que parezca, por más que se crea que las bolsas de valores tienen independencia, vida propia, que las redes comerciales electrónicas nada tiene que ver con el sudor, las maquinas, con hombres de carne y hueso, en ultimas instancia de allí parten, aunque luego lo especulativo lleve los índices económicos a condiciones de reproducción exponencial, tienen un piso real económico de producción. La producción determina todo. No se puede consumir, vender, comprar, especular, lo que no existe o pueda existir.

Aún predomina una visión reduccionista, que reduce el trabajo al obrero asalariado, y con los procesos modernos de automatización se tendría una marginalización del trabajo frente al capital. No hay la menor duda que el trabajo fabril- en los países desarrollados- ha perdido fuerza frente al sector terciario de servicio, comercio y financiero,
Además, todos esos elementos y procesos- por más novedosos que sean, aunque a veces no cueste diferenciar lo real de la ficción, todos, absolutamente todos son elementos y procesos del Capital, que como hemos insistido no puede seguirse percibiendo solo como tierra, máquinas y materia prima, es trabajo acumulado y objetivado, son relaciones sociales, que tampoco son ya solo tangibles sino principalmente subjetivas, de significados y valores. Y como todo Capital, todos, absolutamente todos son producto del trabajo, tanto objetivo como subjetivo, material o inmaterial.

Todo esta economía financiera –especulativa, todas estas redes intangibles tecnológicas son producto del trabajo. No surgieron de la nada, no son extraterrestres, son producción humana. Allí está el mayor proceso de fetichizacion del capitalismo, creer que estamos hoy transcurriendo hacia una sociedad postcapitalista, creer que todas estos impactantes y “fantásticos” cambios tecnológicos no son producto del trabajo, que no son parte del capital.

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