Redacción elimpulso.com/ JDVV / Fotografías: Centro Interno de Documentación
El 2017 ha sido uno de los peores años en Venezuela. La crisis político, social y económica que atraviesa el país -y que hoy se mantiene-, llevó a millones de personas a protestar, una acción que fue vista por las fuerzas represoras del Estado venezolano como una amenaza a la estabilidad y a la paz, elementos que han sido trastocados cuando nos dejan sin opciones para comprar los productos que queremos, las medicinas que necesitamos, y otras libertades que han sido violadas. Hoy, nuestros articulistas realizan una análisis desde su perspectiva, sobre qué significaron las protestas en 2017.
Protestas constitucionales vs. Represión desproporcionada y cruel
El sector que integra la oposición venezolana a un sistema de gobierno desfasado y fracasado en todas las regiones del mundo donde se ha pretendido imponer, y del cual son evidentes sus consecuencias, que parecen ser “planificadas”, por la prolongada continuidad, constancia y persistencia que han tenido pero, desde el comienzo del régimen, año 1.998, también ha sido constante, continua y persistente la actividad de quienes nos oponemos a la destrucción del país.
Las protestas del año 2.017, que comenzaron 1° de abril y duraron hasta 31 de julio, han sido calificadas como: “La ola de manifestaciones más prolongada y cruenta, por la brutal represión a la que fue sometida, y no alcanzó su propósito germinal”. Considero que logró despertar la conciencia internacional.
En más de 120 días que duraron las manifestaciones se tuvo un final dramático que ha cuantificado el asesinato de 158 personas, de las cuales el 65% (103) eran menores de 30 años y apresaron a más de 3.000; todavía hay alrededor de 396 presos políticos, según cálculos de la comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional y no se ha podido determinar el número de heridos; muchos de ellos quedaron con discapacidad permanente; se ha cuantificado que se produjeron 9.787 protestas multitudinarias; durante los lapsos que se realizaban es conocido que se allanaron clínicas buscando manifestantes heridos para llevarlos presos; hogares, recintos estudiantiles, etc.; pudiendo calificarse estas acciones como agresión militar con utilización de fuerza armada desproporcionada contra poblaciones civiles indefensas; acompañadas de hordas armadas que se podrían calificar de paramilitares. Y se asegura que las protestas socio-económicas tienen carácter crónico y permanente.
El primero de abril, se cumplió 1 año de la estampida de descontento que se cree que fue detonada por la denominada usurpación de funciones de la Asamblea Nacional por parte del TSJ. Se ha calificado al año 2.017 como: “Un año catastrófico en materia de Derechos Humanos”.
El sistema de comunicación social del país, otrora uno de los mejores del mundo, está fragmentado: La propiedad del estado del espectro radial ha conculcado el sistema audiovisual; la prensa escrita casi es historia. El inconstitucional monopolio que ejerce una Corporación sobre los insumos requeridos por la prensa escrita fortaleció la hegemonía comunicacional en poder del Gobierno nacional.
Nadie ha dicho que es fácil. La genética heredada de nuestros ancestros libertadores nos da la fuerza y la fe necesaria para rescatar la libertad y la democracia enmarcadas en la Seguridad Jurídica basada en el espíritu propósito y razón del legislador probo; ejercida a través de la Justicia Honesta. Ese es el camino de la paz y transitando por él venceremos a la delincuencia incontrolada, la corrupción exacerbada y la impunidad cómplice.
La patria grande posee reservas sin cuantificar; el oprobio no imagina el inmenso valor del capital humano venezolano… masificado en su talento.
Honor y gloria a nuestros muchachos, los caídos, los migrantes en búsqueda de seguridad económica y personal, a aquellos que tras un escudo de cartón se ganaron el título de: “¡Libertadores!”.
Ciudadanos de todas las edades salieron día tras día, durante cuatro meses, a repudiar las causas de la catastrófica situación que enfrentamos
Un largo abril amargo
Solía disfrutar de la visita cotidiana de los pájaros al amanecer. Era frecuente verlos saltar en los muebles y caminar con pasos torpes en el piso del apartamento. Desde abril del 2017, los pájaros empezaron a irse por culpa de las lacrimógenas cuyo olor se adhirió a paredes, portones, rejas y ventanas de casas y edificios. Cualquier día de abril del 2017 prolongó su amargor hasta el mes de julio y la desesperanza el resto del año en el alma de todos.
El largo abril nos dejó dolores y lecciones:
1.- Se demostró que a excepción de la dictadura que nos gobierna, los venezolanos seguimos siendo democráticos. Ante el secuestro de las instituciones, que en el caso del TSJ dejó sin poderes a la AN, otorgándose nuevos poderes a sí mismo y al Presidente, comenzaron las protestas en todo el país. Se apeló al derecho constitucional de protestar cuando los derechos democráticos son conculcados; se exigió el restablecimiento de los poderes a la legítima AN; liberación de los presos políticos, apertura del canal humanitario y cronograma electoral.
2.- Aunque se demostró la “partidización” de la protesta: para el PSUV es su derecho atacar físicamente a quien llama, “terrorista” y “apátrida”, los objetivos no fueron logrados por carecer de un liderazgo opositor unido, con estrategias bien definidas y capacidad política para visualizar y manejar los resultados de las acciones de una calle embanderada con manifestantes de diversas edades, procedentes en su mayoría de la clase media y la incorporación mayoritaria de mujeres y jóvenes impulsivos, quienes habían sentido poco interés por la política.
3.- El rompimiento del hilo constitucional —reconocido incluso por la ex Fiscal Nacional— necesitaba y necesita de una clase política empática, bien formada e informada, que lea los acontecimientos a la luz de los diversos contextos nacionales e internacionales y “oiga” la voz de los diversos sectores sociales, lo cual le ayudaría a entender que son tiempos de no imponer visiones personales sino de interpretar las necesidades del país y su gente.
4.- Las manifestaciones, mostraron el verdadero rostro dictatorial del gobierno y lo peligroso de la militarización del país. Chávez se saltó todas las talanqueras legales, incluso la Constitución del 99, cuyo Art. 330 permite el derecho al sufragio a los militares, pero no permitía “optar a cargos de elección popular ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”. Convirtió a las FANB en un ente militante de un partido político, el PSUV, transformándolas en su cúpula militar. Los incluyó en su gabinete ministerial, los puso a votar y los hizo elegibles y ganadores en gobernaciones y alcaldías. De estar al servicio de la Nación pasaron a ser sujetos activos de la política, eliminándoles la posibilidad de desobedecer, por considerarlo una traición a la Patria.
5.- Lo cual conlleva otra reflexión: Al partidizarlas, se les condenó a desaparecer como institución y a tener la vigencia que tenga el partido en el poder. Esto se debe a su doble rol: apoyar a la ANC y reprimir las alteraciones del orden público como “Institución del Estado”, aunque su comportamiento sea de militantes y colectivos fanatizados del PSUV, amén de su incorporación al carromato de la corrupción y el narcotráfico. Esto trajo y traerá fracturas irreversibles. Los 15 mil heridos por balas, metras y golpes de los guardias; los 800 asfixiados y 139 fallecidos, los miles de detenidos y cerca de 270 juzgados por tribunales militares, activaron el acompañamiento de todas las organizaciones de defensa de los DDHH, algunas de las cuales, se activaron en el rol político, para contribuir al restablecimiento de la institucionalidad democrática.
6.- Aquí se acentuó la represión y la capacidad organizativa larense, también. Entre el 10 de abril y el 07 de agosto, murieron 22 personas. El 62% ocurrió por disparos en el tórax, cuello y cabeza, creando dudas sobre la intención de controlar y preservar el orden público. En Lara, se promovió la Cultura de la Paz, a través de organizaciones como Cepaz, que promovieron, acompañadas por diversas redes de Defensa de los DDHH, la mediación, como forma válida de resolución de conflictos en situaciones represivas. Fueron los hechos los que hablaron y probaron que existía una dictadura totalitaria y autocrática, lo cual visibilizó al mundo lo que ocurría y aumentó la presión y sanción internacional prevista para los crímenes de lesa humanidad.
Vamos hacia el próximo detonante: unas elecciones donde no se elige y se corre el riesgo de votar por quien no se sabe
No al letargo
Alrededor de estas fechas, hace un año, una como corriente eléctrica de protestas recorrió las ciudades del país. Varios meses continuos de manifestaciones en las calles a las que la prolongación en el tiempo y la cruda represión con la que desde el poder se les respondió, fue primero reduciendo a núcleos de activistas endurecidos y luego mermando hasta silenciarse, sumergidas en la frustración, la amargura y el reflujo de las masas, porque ninguna de estas situaciones de tensión es infinita ni puede serlo. Pero como no han desaparecido las causas de la inconformidad, nadie puede contar con que más nunca se harán sentir sus expresiones.
Eso no significa que se agotara el descontento ni los reclamos populares. Datos recientes nos muestran que el número de movilizaciones se ha multiplicado, aunque no sean masivas ni con motivación fundamentalmente política, aunque tengan implicaciones de esa índole que se haría muy mal en ignorar. Agua, seguridad, aseo urbano, servicio eléctrico siguen movilizando personas y lo harán cada vez más. Conmueve un fenómeno nuevo en nuestro país, el de las protestas de enfermos que reclaman acceso a los tratamientos. Su dimensión es estremecedora cuando se trata de madres, padres y familiares de niños. Y también las hay, con frecuencia e intensidad que tienden a acentuarse, las relacionadas con la alimentación, causadas por la escasez y los precios.
Las protestas de 2017, relacionadas con la frustración por que se cerrara arbitrariamente la puerta constitucional del referéndum revocatorio, fueron dominadas a la fuerza por el gobierno, es verdad, pero lo dejaron desnudo ante el país y el mundo, y en una severa crisis de legitimidad que no ha podido superar.
Cierto que logró desprestigiar el poder del voto, uno de los mayores daños infligidos a Venezuela por este régimen que tanto mal le ha hecho. Pero también lo es que precisamente por eso el simulacro electoral que ha montado le servirá de muy poco, si es que le sirve de algo. Y que lo ha colocado, haciendo comparaciones históricas que siempre son difíciles y arriesgadas, no en la posición de la dictadura que se salió con la suya con el fraude de 1952, sino en la encrucijada de la que ya carecía de arrestos para imponerse cuando trató de burlar la Constitución en 1957.
La que no debe demorar más en asimilar las duras lecciones de 2017, en aciertos y errores, es la oposición democrática. Y, claro, la ciudadanía que siempre es el principal protagonista.
Por más que cueste, es necesario. Que ante el letargo también hay que ser inconformes
¿Por qué protesto?
Protesto porque “Lo que me quema por dentro es candela que abraza y quema. Es la libertad, libertad de palabras, de pensamientos. Lo que me nubla los ojos no es el llanto, es la ira de siglos reprimida”. (Cecilia Suárez Cordero)
Protesto porque mi pensamiento y mis alas fueron hechos para volar en un cielo sin cadenas, protesto porque nací para tener derecho al estudio, al trabajo, a la salud, a la seguridad, a elegir mi camino, mi credo, mi género, a pensar distinto, a la paz, a la alimentación.
Protestar es un derecho plasmado en la Constitución, es el reflejo del rechazo a un gobierno incapaz, es el derecho que tienen los ciudadanos de rebelarse cuando le vulneran sus derechos, su vida, sus pertenencias, su libertad, cuando la represión de quienes deben defenderlos los masacra sin compasión, cuando azota la miseria a sus ciudades y campos, son pésimos los servicios públicos, pulula la anarquía y la híper inflación que aumenta el desabastecimiento y las necesidades, cuya única respuesta es la indiferencia, la amenaza y la burla de los mandantes que con limosnas y migajas pretenden acallar el grito desesperado de un pueblo cansado de su ineptitud y torpeza.
Hemos perdido el privilegio a la vida en un camino plagado de delincuentes, de impunidad y de balas asesinas. ¿Acaso no tenemos derecho a protestar ante la coacción brutal que se emplea contra el pueblo?
En el 2017 ante los reclamos de la ciudadanía aumentó la represión, se sumaron los muertos y heridos, la exigencia de liberar los presos políticos, la apertura de un canal humanitario y el restablecimiento de los poderes del Parlamento fue negado. Se impuso al pueblo la A. N. C., afloraron con fuertes arremetidas los gatillos alegres conocidos, igual las torturas contra civiles, negándole a la ciudadanía el derecho a la manifestación pacífica de rechazo al régimen. La MUD le falló al pueblo incurriendo en graves errores cuyos resultados multiplicaron los sufrimientos y preocupaciones de quienes confiaron en ellos.
En el país la opresión, la crisis económica, social, política y moral se ha acrecentado, el desprecio, la censura a los medios de comunicación, igual que la híper inflación no tienen freno, los diálogos fueron una burla, un arar en el desierto. Con el paso de los días todo empeora, la corrupción lo abarca y absorbe todo a su paso, tenemos los niveles de desigualdad social, híper inflación y exclusión más altos de la historia.
La Constitución es un papel tirado en un cajón, aumentan los rostros demacrados por el hambre y las preocupaciones, ante la imposibilidad de llevar comida a la casa, vendida con abuso, sobre precio, sin control ni consideración de los comercios, todo se niega a quienes no se someten, incluido el derecho a vacunarse.
¿Sirvieron de algo al pueblo las luchas, diálogos y muertos del 2017? ¡De nada!!! El pueblo sufre hoy más que nunca el pisoteo y violación de sus derechos humanos que no tiene comparación en la historia. Venezuela se queda sin sus valiosos hijos quienes ante la crisis se vieron obligados a buscar oportunidades, vida digna, libertad y trabajo fuera de fronteras. Por sobre todas sus desgracias el país sufre el hambre, ascua que quema sus entrañas día por día, sin hallar un doliente que lo salve de esta maldición… A nadie realmente le ha importado el hambre ni angustias que azotan al pueblo venezolano. Venezuela: Eres madre de los héroes de ayer y de los jóvenes de hoy cuyos brazos e inteligencia te rescatarán del maligno.
No olvides nunca que “El arte de vencer se aprende en las derrotas” (Bolívar)
El mayor sacrificio humano
Una de las primeras prohibiciones de sacrificios humanos está en la Biblia, y señala: “No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego…” (Deuteronomio 18:10).
Desde la antigüedad, la ignorancia humana, la inconciencia, y todavía hay reflejo de ello, se cree que los sacrificios mortales “aplacan la ira de los dioses”. Por esto, padres, gobiernos, pueblos, inmolaban a sus hijos lanzándolos al fuego o al agua, dedicándoles tales muertes a esos “dioses”, para “corregir” u ofrendar a la naturaleza, sucesos de la misma.
En los hechos de protesta que ocurrieron en el año 2017, por diferentes noticias revisadas, pudiéramos decir que fallecieron unas 160 personas. Se convirtió en una pérdida muy valiosa, irrecuperable, triste y deplorable. Y quienes les quitaron la vida, lo ejecutaron, presuntamente, cumpliendo órdenes para amedrentar, evitar, impedir que alguien protestara. ¿Ese sacrificio ayudó para corregir los problemas de Venezuela?
Aunque hubo sacrificios humanos, los fallecidos,no necesariamente salieron a manifestar porque deseaban que los mataran; muchos perdieron la vida por “pensar distinto”, porque se quería, y/o se quiere,que haya un cambio en todo sentido;algo que es un sentimiento nacional.
En ese sentido, Venezuela no se merece estar pasando por una de las peores crisis del mundo. Y aunque se ha tratado de ocultar lo malo que pasa en este país, hay quienes están dispuestos a sacrificarse por otros seres humanos, por “dioses modernos”, por falsas ideologías o ilusorias esperanzas ¡Ni que estuvieran muriendo por Cristo!
Cada día, los males de la nación se agudizan más y el anhelo de cambio no llega. Mientras tanto, se le suman nuevos sacrificios humanos, por hambre o enfermedad y prácticamente, en Venezuela, ha desaparecido el concepto de “salud”emitido por la OMS, que dice: “…es un estado de completo bienestar físico, mental y social, unido a la ausencia de afecciones o enfermedades”. Entonces nos preguntamos: ¿Cuántos más necesitan morir por estas causas?
Aunque siempre ha existido y existirán personas ofrendando su vida por tratar de corregir los problemas de esta tierra, por la libertad u otro tipo de ideal, ninguno de nosotros podemos morir por Salvar a la humanidad del pecado y de la muerte eterna.
Solo Jesús, siendo Dios se tuvo que humanar (Filipenses 2:6-11) para hacer el mayor sacrificio humano en rescate por muchos (Filipenses 5:2; 1ª Timoteo 2:6; Gálatas 1:4; Mateo 20:28). Es decir: Ninguna personas, pueblo, nación,puede morir para salvarnos de lo malo, que hay en cada quien, o a nuestro alrededor.
Todo lo anterior ocurre porque existe el gran enemigo de Dios en este planeta; esa es la razón por lo cual le tocó venir a Jesús a esta tierra (Apocalipsis 12:9-12). El diablo quiere que las personas mueran sin Cristo y se pierdan para siempre, y hasta usa, en muchos casos, gobiernos para cumplir su cometido.
La Biblia nos exhorta a creer en ese Salvador y dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea no se pierda más tenga vida eterna” (Juna 3:16). El mismo Maestro señaló: “Buscad el reino de Dios y su justicia y lo demás viene por añadidura”.
Si queremos que este mundo cambie, si necesitamos cambiar algo, debemos buscar primero a Jesucristo, y lo demás viene solo, porque Él, primariamente, lo quiere es salvarnos, y tarde o temprano nos llevará a un mundo mejor.
Venezuela no se merece estar pasando por una de las peores crisis del mundo
Jóvenes, héroes y mártires
Desde estemes de abril y hasta comienzos de agosto, estaremosrecordando intensamente, las absurdas, injustas y por tanto tristes, muertes de más de un centenar de jóvenes venezolanos que dieron su vida por la libertad de esta patria que los vio nacer y los educaba para el futuro. Salían a la calle junto a miles de sus compañeros y los oíamos preguntarse y responderse: Quiénes somos? Estudiantes. Qué queremos? Libertad. Querían una Venezuela libre y democrática, plural y de posibilidades, una Venezuela pacífica, solidaria y respetuosa de todas las corrientes del pensamiento, tal y como lo pauta nuestra Constitución Nacional. Fueron terribles aquellos meses del año pasado, no se borrarán nunca de nuestra memoria y quedan grabados en la historia de Venezuela para siempre, como la descrita por Eduardo Blanco en su libro Venezuela Heroica.
Aquellos días el régimen madurista mostró su peor rostro. Parecía y todavía lo parece, que no le importó la muerte y las agresiones a lo más noble de una sociedad: sus jóvenes. Todo gobierno está llamado a proteger y ayudar a quienes empiezan la vida y cultivan su intelecto para ofrecerle un futuro seguro y mejor a la patria. Serán los jóvenes quienes después asuman el liderazgo de la nación, por eso los mejores esfuerzos de un país y los mejores recursos, deben ir a la educación, a la formación integral de sus niños y jóvenes.
El año pasado murieron, a manos de los cuerpos represivos del régimen, además de los jóvenes ya mayores de edad, varios menores de edad y al régimen no le importó aquella tragedia tan dolorosa. Bolívar y Sucre eran jóvenes cuando se declaró la independencia de Venezuela y allí estaban, creando y defendiendo la nación que nacía. Sucre murió en ese esfuerzo por liberar a esta nación, hoy son los padres de nuestra nacionalidad. Los héroes del siglo XXI llevaban en su sangre aquel ideal libertario y por luchar por ese ideal, murieron en el combate por una patria libre, pero lo más triste es que murieron a manos de otros venezolanos que estaban llamados a garantizarles su futuro y su libertad.
El régimen violó todos los derechos humanos consagrados en nuestra Constitución Nacional, el derecho a la vida que es inviolable (Artículo 43). Violó la libertad personal que es inviolable (Artículo 44). Violó la prohibición a la tortura y tratos inhumanos y degradantes (Artículo 46). Violó el derecho a ser juzgados por los jueces naturales (Artículo 49, ord. 4). Violó el derecho a la libertad de expresión (Artículo 57). Violó la libertad de comunicación (Artículo 58). Violó el derecho a la protesta (Artículo 68). Y no he mencionado todos los derechos que entonces y hoy viola el régimen. Contra eso luchaban nuestros jóvenes, héroes y mártires de 2017. Honor a los caídos en Valle Hondo, en Bellas Artes, en la Urb. Sucre, en Caracas, Táchira y en toda la extensión de la república.
Gloria por siempre a sus nombres