Salvo para el estreno de la nueva entrega de Star Wars, pocas estrellas estadounidenses pisarán este año la alfombra roja del Festival de Cannes, enfrentado a la competencia de otros certámenes que tientan cada vez más a Hollywood.
Solo dos filmes estadounidenses figuran entre los 21 que aspiran a la Palma de Oro, entre el 8 y el 19 de mayo: «BlacKKKlansman», de Spike Lee, y «Under the silver lake», de David Robert Mitchell, de producción independiente.
Pese a figurar en las apuestas, la primera película hollywoodiense de Xavier Dolan, «Mi vida con John F. Donovan», y «First Man», de Damien Chazelle («La La land»), sobre la vida del astronauta Neil Armstrong, se quedaron fuera de la competición.
«Quería enviarla a Cannes (para someterla a selección) y lo hice. Pero varios acontecimientos de última hora me hicieron pensar que no era el lugar ideal», confió Dolan al sitio especializado Indie Wire. «Decidimos presentarla en otro lugar», agregó, sin revelar dónde.
«La importancia que ha tomado la carrera a los Óscar no ayuda a Cannes» puesto que este se celebra muchos meses antes que la entrega de premios de principios de marzo, estima Andrew Pulver, periodista del diario británico Guardian.
Esto beneficia a festivales más tardíos como Venecia y Toronto.
Sin piedad
«Los grandes nombres del cine independiente que aspiran a los Óscar prefieren un estreno en agosto o setiembre, esto es, Venecia», añade.
Gran triunfadora de los Óscar, «La forma del agua», de Guillermo del Toro, se alzó primero con el León de Oro de la Mostra de Venecia. Un año antes, Emma Stone se llevó de allí un premio de interpretación por «La La Land», previo a su Óscar.
Otra ventaja es que estos festivales están abiertos al público, en particular Toronto donde no hay competición, «mientras Cannes está más centrado en la industria del cine», subraya C. Samuel Craig, profesor de cine en la Universidad de Nueva York.
La crítica de Cannes puede revelarse además sin piedad, como lo hizo con los estadounidenses Gus Van Sant y Sean Penn, cuyos filmes fueron abucheados en las respectivas ediciones de 2015 y 2016.
«Estar en Cannes es una apuesta arriesgada, puesto que se pide expresamente que el filme no sea proyectado en ningún otro festival», explica Jason E. Squire, profesor de cine en la USC Cinematic Arts en Los Ángeles.
Pero el festival sigue siendo «una plataforma central para lanzar un filme, en particular los pequeños: su poder está en hacer descubrir una película desconocida y apoyarla», agrega.
El glamur del jurado
Para los éxitos de taquilla, Cannes representa igualmente una potente vitrina, con su codiciada alfombra roja. Este año, «Solo», el nuevo spin-off de Star Wars protagonizado por Alden Ehrenreich, Woody Harrelson y Emilia Clarke, se presentará fuera de competición antes de su estreno mundial.
«El problema es que Cannes necesita a Hollywood más que a la inversa», estima Gilles Jacob, expresidente del Festival, en un reciente libro sobre el certamen.
La ausencia del productor Harvey Weinstein, un asistente habitual del festival boicoteado tras el escándalo sexual, ¿podría alejar un poco más a Hollywood de Cannes?
«La edad de oro de Weinstein no acaba de interrumpirse. Ya hacía tres o cuatro años que las cosas eran más difíciles para él», afirma Jerôme Paillard, presidente del Mercado del Filme paralelo al Festival, y en el que Estados Unidos sigue siendo el país más representado.
En cualquier caso, Cannes jugó este año su carta hollywoodiense con el jurado, cuya presidenta será la oscarizada Cate Blanchett.