Los padres del bebé británico de 23 meses Alfie Evans, que sufría una enfermedad cerebral degenerativa irreversible, anunciaron hoy la muerte de su hijo, que había sido desconectado de las máquinas de soporte vital el pasado lunes tras una batalla legal de varios meses en el Reino Unido.
Tom Evans, de 21 años, y Kate James, de 20, se mostraron «desconsolados» al comunicar en sus cuentas de Facebook que Alfie falleció a las 2.30 horas de la madrugada (1.30 GMT).
El Tribunal Supremo del Reino Unido dio luz verde la semana pasada al hospital Alder Hey de Liverpool (Inglaterra) para desintubar al bebé, mientras que la Corte de Apelaciones prohibió el miércoles su traslado a Italia, donde un hospital pediátrico se ofrecía a mantenerle con vida.
Alfie, que estaba en estado semivegetativo, padecía una rara dolencia progresiva que había provocado «daños catastróficos en el tejido cerebral» y ya no podía ver ni oír y tampoco tenía sentido del taco o el gusto, según los médicos.
Los doctores sostuvieron ante las diversas instancias judiciales que evaluaron el caso desde diciembre que el proceso de erosión cerebral no tenía cura conocida y consideraron que sería «inhumano» mantenerle con vida.
Los padres argumentaron, sin embargo, esta semana que el hospital romano Bambino Gesù, gestionado por el Vaticano, ofrecía un «tratamiento» para su hijo y acusaron al centro de Liverpool de mantener «prisionero» a su hijo.
«Mi gladiador ganó su escudo y sus alas a las 2.30… Absolutamente desconsolados», escribió en las redes sociales Tom Evans, que este mes visitó al papa Francisco y le pidió ayuda para «salvar» a Alfie.
El miércoles de la semana pasada, un Tribunal de Apelaciones de Reino Unido había rechazado el segundo pedido de la pareja para trasladar al bebé a Roma, para ser atendido en el Hospital Bambino Gesu.