Kim: Las Coreas, en «línea de salida» para momento histórico

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Con un único paso sobre una desgastada losa de concreto, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, hizo historia el viernes al cruzar la frontera más militarizada del mundo para saludar al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, antes de una cumbre que abordó el programa nuclear de Pyongyang. Kim invitó a Moon a cruzar brevemente a su país antes de regresar juntos a suelo surcoreano.

Estos pequeños pasos deben considerarse en el contexto del último año _ cuando Estados Unidos, su aliado Corea del Sur y el Norte parecieron rozar a veces la guerra nuclear mientras Pyongyang realizaba un torrente de ensayos armamentísticos _ pero también con la perspectiva de la larga y destructiva historia de las dos naciones rivales, que libraron uno de los conflictos más cruentos del siglo XX y aún hoy ocupan una península dividida y que técnicamente sigue en guerra.

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«Siento que estoy disparando una bengala en la línea de salida en el momento de (que las dos Coreas) escribir una nueva historia en las relaciones Norte-Sur, la paz y la prosperidad», dijo Kim a Moon al sentarse a la mesa de negociaciones, que fue construida para que los separen 2018 milímetros exactos, al inicio de su reunión a puerta cerrada. Moon respondió que había grandes expectativas para que alcanzar un acuerdo que sería «un gran regalo para toda la nación coreana y para todas las personas pacíficas del mundo».

Más allá del coreografiado saludo, sigue sin estar claro si los líderes podrán lograr avances en las conversaciones sobre el programa nuclear, que ha molestado a funcionarios estadounidenses y surcoreanos durante décadas. Los ensayos nucleares y de misiles de Pyongyang el año pasado pusieron a la nación en camino de convertirse en una potencia nuclear legítima, un nivel que las autoridades norcoreanas afirman haber alcanzado ya.

Kim reconoció el escepticismo generalizado: «Hemos alcanzado grandes acuerdos antes pero no hemos podido cumplirlos (…) Hay opiniones escépticas sobre si la reunión de hoy arrojará resultados significativos».

«Si mantenemos una voluntad firme y avanzamos de la mano, será imposible al menos que las cosas empeoren de como están ahora», añadió.

Los dos líderes mantuvieron conversaciones «sinceras» sobre la desnuclearización de la península coreana y están trabajando en una declaración conjunta, dijo el portavoz de Moon, Yoon Young-chan. Además, abordaron posibles vías para llevar la paz a las naciones y mejorar su relación.

Kim y Moon se han comprometido a mantener más encuentros, añadió Yoon, y Kim bromeó con que se asegurará de no volver a interrumpir el sueño de Moon, en referencia a la batería de pruebas de misiles realizadas de madrugada el año pasado. Kim también mencionó una isla surcoreana que fue alcanzada por artillería en 2010, un incidente que causó cuatro fallecidos, señalando que los residentes de Yeonpyeong, que han estado viviendo con miedo a los ataques norcoreanos, tienen grandes esperanzas en que las conversaciones ayuden a sanar las cicatrices del pasado. Kim apuntó además que visitaría la Casa Azul, sede de la presidencia surcoreana, si lo invitan.

Antes, los dos mandatarios sonrieron ampliamente mientras Moon apretaba la mano de Kim y lo acompañó por una enorme alfombra roja a territorio surcoreano, donde escolares entregaron flores a Kim, una guardia de honor esperaba a pasar revista y una banda militar interpretó canciones tradicionales coreanas queridas en los dos países. Fue la primera vez que un líder norcoreano cruzaba al sur de la zona desmilitarizada desde el final de la Guerra de Corea en 1953.

En el saludo entre los dos líderes, hasta el último detalle estuvo planeado. Los cientos de periodistas que cubrían el acto estaban en un enorme centro de prensa alejado de lugar donde se celebró la cumbre, a excepción de un pequeño grupo de reporteros, muy controlados, que retransmitieron desde la frontera. Moon esperó junto a la línea divisoria, moviéndose ligeramente hacia adelante en el momento en que vio que Kim, vestido con un traje oscuro de estilo mao, aparecía frente a un edificio en el lado norte. Entonces se dieron la mano sobre la barrera de concreto que marca la frontera. Moon invitó a Kim a cruzar al Sur y, una vez allí, dijo: «Usted ha cruzado al Sur pero, ¿cuándo podré cruzar yo?», a lo que el norcoreano respondió: «¿Por qué no cruzamos ahora?» y tomó la mano de Moon para acompañarlo al Norte y regresar al punto de origen. Luego se hicieron fotos ceremoniales mirando primero al norte y luego al sur.

Dos estudiantes de quinto grado de la escuela primaria de Daesongdong, la única surcoreana en la zona desmilitarizada, saludaron a los líderes y agasajaron a Kim con flores. A continuación, Kim y Moon saludaron a la guardia de honor y a la banda militar y el presidente de Corea del Sur presentó a los funcionarios de su gobierno al líder norcoreano. Kim hizo lo propio presentando a su delegación antes de que los dos líderes se tomaran una foto en el interior de la Casa de la Paz, donde se celebró la cumbre, ante de un cuadro del monte surcoreano Bukhan, que se eleva sobre la mansión presidencial del país.

La hermana de Kim, Kim Yo Jong, estuvo a su lado durante toda la ceremonia, entregándole un bolígrafo para firmar en el libro de visitas, tomando las flores entregadas por los niños y esbozando notas al inicio de la reunión con Moon.

Las armas nucleares encabezaron la agenda, y el encuentro del viernes será la señal más clara hasta la fecha de si es posible negociar de forma pacífica la destrucción de un arsenal nuclear que la nación tardó décadas en conseguir pese a las férreas sanciones económicas en su contra y un escrutinio internacional casi constante.

En general, las expectativas son bajas, dados que los supuestos avances conseguidos en el pasado con respecto al programa armamentístico norcoreano colapsaron en medio de duras acusaciones de fraude y mala fe. Los escépticos con este tipo de acuerdos dicen desde hace años que el Norte suele recurrir a interminables rondas de contactos diplomáticos para aliviar las sanciones, lo que le dio tiempo para perfeccionar sus armas y conseguir ayuda para sus incumplidas promesas nucleares.

Los partidarios del gobierno, por su parte, señalan que la única vía para alcanzar un acuerdo es hacer lo que las Coreas intentaron el viernes: sentarse y ver qué es posible.

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