En el proceso político en curso pueden observarse diversas escenas que van delineando escenarios futuros, es decir, hipótesis sobre la evolución posible de los acontecimientos. La situación es la convocatoria de la elección presidencial para el 20 de mayo, que se celebrarán en medio de un cuadro de grandes dificultades económicas que afectan fuertemente las condiciones de vida de la gente.
Los actores que más destacan sobre las tablas son los candidatos Nicolás Maduro, Henri Falcón y Javier Bertucci, así como las organizaciones y grupos que los acompañan. La masa electoral también está representada allí, y las encuestan reflejan que la sumatoria de la votación tradicional de la oposición más el descontento pudiera dar como vencedor a Henri Falcón. Pero no hay una definición clara, porque existe un fuerte desánimo y rechazo hacia la dirigencia, luego de que en escenas anteriores de intentos de derrocamiento del Gobierno en 2017 la oposición no logró el resultado buscado.
Llama la atención que sobre la escena que observamos no se encuentran otros factores políticos que hacen parte del entramado que se juega. Se hallan ubicados en otro lado de las tablas y consideran que no debe participarse en el proceso electoral. Allí están organizaciones como PJ, AD, UNT, CEV, VP, M16J.
Del desarrollo de la trama, vale destacar que los reflectores apuntan hacia un núcleo de actores que hasta hace poco estaban relegados en la tarima, comenzando por el propio Henri Falcón. Se desconoce cómo proseguirá el guion de la obra, pero ya se ha producido una modificación en el rol de los actores que sin duda impactará y se expresará en el futuro.
Un nuevo capítulo, todavía desconocido, puede desplegarse en el que los nuevos figurantes jueguen un rol más relevante. Es una hipótesis válida para un nuevo escenario: de ganar Maduro, podría darse una nueva dinámica Gobierno-oposición, con una oposición participacionista que ocuparía las plazas en el Estado (AN, TSJ, CNE, Consejos regionales y Concejos municipales) que hoy detenta el sector abstencionista, y quizás unas cuantas posiciones más.
Para el sector abstencionista sería suicida que una evolución como la señalada se mantuviera por un largo período, porque sus actores corren el riesgo de ser sustituidos. De modo que es lógico pensar que la decisión tomada tendría que contar con la promesa de un rápido desenlace en otra dirección: una salida abrupta de Maduro, bien sea por la vía de un alzamiento militar, o de una intervención extranjera.
Si el tiempo es corto, los grupos abstencionistas preservarían su público aunque no participen en estas elecciones y en los escenarios institucionales inmediatos. Es como en la música, no es fácil que un público cambie de gustos o géneros, por más que en un instante –20 de mayo— escuche a otros. Pero si el asunto se prolonga, es distinto. El oído también se acostumbra. Entonces, ¿qué es lo que le han prometido a AD, PJ y UNT? ¿Qué información tienen que explique la decisión que han tomado?