Más del 80% de los venezolanos desea la salida de Maduro y un cambio integral de régimen en el menor tiempo posible. Sin embargo, “los rusos también juegan” y la dictadura profundiza en el uso y el abuso de poder contra esa enorme disidencia. Pero todo tiene un límite y el tiempo se acaba. El cerco se cierra sobre ellos mismos. Pretenden mantenerse sobre la base del terror, de la represión y de las mentiras e infamias contra propios y extraños.
En la coyuntura actual es equivocado y perjudicial el debate entre votar o no votar. Es difícil concederle el beneficio de la buena fe, incluso de la duda, a quienes se prestan al juego electoral de un gobierno que tiene todas las cartas marcadas a su favor. La llamada abstención no ha sido ni es causa de derrotas para la oposición. Se da como consecuencia de errores graves de la dirigencia incapaz de señalar caminos claros y como activa protesta contra la dictadura que trata de mantener una equivocada conciencia electoralista manipulada a su antojo por el poder ejecutivo, el electoral, el judicial y el mal llamado poder “moral” el cual, por sus actuaciones, pareciera todo lo contrario.
Debemos profundizar en otros caminos posibles y aprovechar al máximo el apoyo de la comunidad internacional a la necesidad del cambio. Las recientes decisiones del Tribunal Supremo de Justicia legítimo y el acuerdo de la Asamblea Nacional autorizando el correspondiente juicio contra Nicolás Maduro por corrupción, unidas a las anteriores resoluciones condenando el abandono del cargo e incumplimiento de sus deberes constitucionales crean situaciones generadoras de diversos caminos a seguir para quienes no estamos cuidando espacios ni buscando cuotas de poder para convivir con el régimen.
“Sostener y defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes de la República” es el juramento que hacen todos nuestros oficiales y, en general, el personal de las fuerzas armadas. También los civiles al juramentarse asumiendo funciones públicas. Recordarlo no es golpismo. Tampoco instigación a la violencia. Se trata de una obligación de la cual no pueden mantenerse alejados nuestros militares así los altos mandos se encuentren en situación demasiado comprometida con el núcleo central del gobierno. Tenemos la obligación de recordarlo y exigir el cumplimiento de ese juramento.
Para enfrentar el narcotráfico y la corrupción, el hambre y las enfermedades, la desnutrición infantil, el deterioro de la planta física sanitaria y educativa, la inseguridad de las personas y de los bienes, el despelote monetario responsable de la ruina de pobres y ricos honestos y, en fin, la vuelta a la vida en libertad y democracia, necesitamos con urgencia un nuevo gobierno. Con el actual sólo habrá más de lo mismo… pero peor cada día.