«A mí me da lo mismo que gane el que sea, porque la situación va a seguir igualita de mal», explica María Elena Montiel, una administradora venezolana de 38 años, mientras amamanta a su hija de cuatro meses a las puertas de un supermercado en Caracas.
Como ella, otros cientos de personas se concentraron desde el amanecer a la espera del arribo de productos con precios subsidiados y forman parte de una sociedad que muestra gran desánimo de cara a la nueva campaña electoral presidencial, que inicia este domingo en Venezuela y durará cuatro semanas.
La amenaza de una creciente abstención, los rigores de la crisis económica que golpea al país petrolero, los cuestionamientos locales e internacionales que rodean el proceso y la ausencia de los principales partidos opositores amenazan con convertir la campaña en una de las más grises de la historia reciente de Venezuela.
A esta situación se suman los anuncios de algunos países que han afirmado que no reconocerán los resultados y el posible endurecimiento de las sanciones contra el país si se sigue adelante con los comicios. El presidente Nicolás Maduro _que figura como favorito para lograr la reelección por seis años más_ ha desestimado las advertencias y ha asegurado que llevará a cabo todo según lo planeado.
María Elena, quien se identifica como seguidora del fallecido presidente Hugo Chávez, confiesa que por primera vez no votará porque no le ve sentido. «Maduro ni nadie resuelve nuestros problemas. El que está sufriendo y pasando hambre es el pueblo, no ellos (los políticos)», asegura.
La poca propaganda que se observa en las calles y los escuálidos actos políticos que han realizado en los últimos días el oficialismo y algunos de los cuatro candidatos independientes traslucen el desánimo que hay de cara a los comicios del 20 de mayo. En éstos se elegirán, además del presidente, a los miembros de los consejos legislativos y municipales.
Además de Maduro, en la contienda participarán el candidato independiente Henri Falcón, el pastor evangélico Javier Bertucci, el empresario Luis Alejandro Ratti y el ingeniero Reinaldo Quijada.
La galopante inflación, que se estima que alcanzó en marzo una tasa anualizada de 8.878,1% según cálculos de la Asamblea Nacional _que controla la oposición_ la fuerte recesión y la severa escasez de bienes, ha desatado una crisis social de grandes proporciones y una migración masiva de millones de venezolanos.
La pobreza se ubicó el año pasado en 87% de acuerdo a un estudio que realizaron las tres principales universidades del país. La investigación determinó que seis de cada diez venezolanos (64%) han perdido aproximadamente once kilos de peso en el último año por la reducción de la ingesta de alimentos.
«Estoy muy decepcionado de todos», indica Miguel Pacheco, un comerciante de 45 años, al admitir que por primera vez no votará porque «no tenemos opciones» y «no confío en ese CNE (Consejo Nacional Electoral)».
Además, piensa Miguel, Maduro está «aferrado al poder y haciendo cualquier cosa para mantenerse» mientras la oposición no ha logrado articular acciones concretas para enfrentar al gobierno.
La coalición opositora, que agrupa a una veintena de partidos, acordó no participar en los comicios presidenciales alegando falta de garantías electorales. Tras esa decisión, las divisiones dentro de ese bloque se agudizaron, situación que le ha impedido definir una estrategia unificada de cara a los comicios, lo que ha generado mayor desconcierto entre las filas opositoras.
Durante las últimas semanas, Henri Falcón, un exmilitar disidente del oficialismo que es el único contendor de peso de Maduro, ha tratado de atraer el voto de los opositores para fortalecer su candidatura, pero hasta la fecha no ha logrado grandes avances debido a que no cuenta con el apoyo de los mayores partidos opositores, según expertos.
Aunque cerca del 80% de los venezolanos quieren un cambio de gobierno, según revelaron recientemente las principales encuestadoras locales, sólo 50% está dispuesto a votar en este momento, lo que hace prever a los analistas que la abstención podría convertirse en el gran protagonista de los comicios presidenciales.
El director de la encuestadora local Delphos, Félix Seijas, afirmó que la desconfianza que hay contra las autoridades electorales y el liderazgo opositor está incidiendo en los niveles actuales de abstención.
Seijas dijo a The Associated Press que la mayor proporción de abstencionismo (60%) se concentra en las filas opositoras, lo que está afectado en mayor medida a Falcón, quien luego de cuatro semanas de precampaña no ha logrado penetrar en los sectores adversos a votar.
«La abstención es el enemigo a vencer de Falcón», afirmó el analista al plantear que el oficialismo ha centrado sus acciones en las últimas semanas en fomentar la desesperanza y las confrontaciones en la oposición para alimentar la corriente abstencionista.
Agregó que en el caso del oficialismo la situación es diferente debido a que gracias a los mecanismos de control que mantiene el gobierno, puede tener «amarrados» buena parte de los votos y asegurar una participación del orden de 90%.
Las elecciones presidenciales suelen atraer gran número de votantes en Venezuela. En los últimos tres comicios presidenciales (2006, 2012, 2013) la abstención estuvo entre 25% y 20%.