No hace falta recordar cómo ha sido el clima electoral venezolano cuando se realizan elecciones presidenciales. Pasábamos meses en efervescencia y mucha confrontación de alto volumen. He votado en este tipo de elecciones desde 1968, en las elecciones que, por muy estrecho margen, le hizo ganar a Rafael Caldera su primera presidencia. Luego, en las sucesivas elecciones presidenciales, siempre hubo ese mismo clima o aún de mayor animación y participación. La campaña empezaba sin regulación como dos años antes del evento electoral. Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campíns fueron seleccionados en sus respectivos momentos, casi dos años antes de las elecciones y se enfrascaron cada uno, en interminables campañas electorales.
En 1973, cuando CAP obtuvo también su primera presidencia, se inauguró un estilo de hacer campaña electoral lleno de música, jingles, caminatas, etc., todo envuelto en una gran publicidad que parecía más a la venta de un producto comercial que la de un candidato presidencial. Lo mismo ocurrió posteriormente en todas y cada una de las etapas previas a las elecciones en cada oportunidad que las hubo. Incluyendo las tres de Chávez. En 2012 y 2013 Capriles fue un gran candidato. Se entregó de lleno en una dura campaña y nunca he aceptado que perdió frente a Maduro en 2013.
Capriles despertó emociones y no había sitio donde llegara que no estuvieran llenas las calles. De manera que el país estuvo siempre pendiente de cada elección presidencial, nunca hubo hastío, cada elección representó una oportunidad para un cambio de rumbo y por eso el clima era de competencia, de esperanza y de búsqueda de una salida democrática a los problemas. Este año 2018 es un año electoral. Se debe elegir un nuevo presidente, pero aun necesitándose como nunca un cambio de rumbo en la república, la elección del 20 de mayo no ha despertado interés.
Existe una gran apatía, nadie quiere que Maduro continúe siendo presidente, la expresión es literal, nadie lo quiere, pero el venezolano común tampoco quiere unas elecciones amañadas, convocadas por un ente espurio como la ANC, un CNE parcializado, ni tampoco quiere un presidente copia del actual o del anterior. El país quiere un cambio total, absoluto, radical, no quiere continuar con este socialismo del siglo XXI ni con nada que se le parezca o tenga su origen en esa perversa ideología.
Todas las encuestas así lo señalan, nadie quiere que esto continúe, pero ninguno de los candidatos que se han postulado, representa ese cambio. Muchos son desconocidos, inexpertos en el manejo de la administración pública, izquierdistas o cercanos a ideologías de izquierda y el que no es inexperto, está muy lejos de ser atractivo para quienes deseamos el cambio que la república reclama a gritos, su estilo de gobierno es el mismo del actual y fue escogido por su solo partido político.Por eso no hay entusiasmo para las elecciones del 20 de mayo, por eso habrá una gran abstención y el resultado será ilegítimo.