“La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega” (Albert Einstein)
Las lecturas acerca del tema de la Ciencia y de Dios pueden confundir a aquellos que no tienen sus creencias fuertemente arraigadas dentro de su mente y corazón. Es un tema difícil y más lo es, cuando leemos a eruditos que se prepararon toda su vida en materia religiosa, maestros en Teología con credenciales cristianas sólidas que terminan perdiendo la fe cuando se preguntan ¿por qué si Dios antes bajaba por menos, no apareció más desde mucho antes de las guerras y hasta ahora, en medio de tanta violencia, de tanto abuso, de los odios y vida de los pueblos sumergida en un pozo negro de miseria y sufrimiento? Y ¿dónde—me pregunto, dejarían esos hombres el libre albedrío?
Ellos perdieron la fe porque Dios no volvió a involucrarse de forma activa en el acontecer del mundo (¿Cómo se puede asegurar que no está actuando?). Uno de sus más fuertes críticos Bart D. Ehrman (autor de Historia y leyenda del cristianismo primitivo, El evangelio de Judas, El Nuevo testamento etc.) no entiende por qué ese Dios de los patriarcas que respondía a las oraciones del pueblo y obraba milagros, ahora no aparece y ¿por qué siendo todopoderoso, justo y misericordioso permite tanto sufrimiento y maldad en el mundo sin que haga nada?
Intelectuales como H. Victoria con amplios conocimientos, lector perenne del tema de Dios, asegura que todos procedemos de un hogar en el que nacimos con un Dios anidado en la conciencia como chispa divina que llena nuestra parte espiritual y material. Estamos regidos por leyes inmutables, inflexibles, tanto materiales como espirituales, con la seguridad de que solo una súper inteligencia podría haberlas programado. Si no fuera así los mundos serían un caos total. La experiencia de creer en un Dios es individual. La parte esencial del cosmos está predeterminada, lo demás surge como accidentes creados por la imperfección del hombre.
Por su parte Einstein hasta el final de su vida vivió convencido de que “a través del universo incomprensible se manifiesta esa inteligencia superior llamada Dios”.
Stephen Hawking el físico británico más prestigioso de las últimas décadas, fallecido recientemente, jamás dejó de investigar el universo. Según sus investigaciones la Teoría General de la Relatividad de Einstein implica que el espacio y el tiempo tuvieron su origen en el Big Bang y su fin en los agujeros negros. Revolucionó nuestra manera de ver el universo y de entenderlo, igualmente alimentó la esperanza de que un día en el tiempo los viajes comunes hacia el espacio serán posibles. Si podemos deformar el espacio del tiempo, seguro que lograremos viajar al pasado.
El hombre con su inteligencia puede lograr muchas cosas, si la tiene tendrá la habilidad de adaptarse a los cambios y mirar hacia las estrellas, camino que llevará a la salvación del mundo destruido por la mano del mismo hombre. Lo importante es no ponerse límites ni permitirlos, es no darse por vencido y avanzar siempre avanzar. Decía que Dios no hace falta para demostrar el origen del mundo. “No necesitamos invocarlo para que encienda la mecha y ponga el universo en funcionamiento” Nunca creyó que todo está predeterminado en el mundo y en la vida del hombre. “Me extraña ver que aún la gente que dice que todo está predeterminado y que no se puede hacer nada para cambiar nuestro destino, tiene la costumbre de mirar antes de cruzar la calle” (¿?)…
Continúa próxima semana.