El papa Francisco declara su amor por los jóvenes, pero les advierte sobre las tentaciones de lo efímero, en un libro de conversaciones, «Dios es joven», que se publica el martes en varios países.
En este libro-entrevista con el escritor y periodista italiano Thomas Leoncini, Jorge Bergoglio se dirige a los jóvenes y no a la juventud porque, según dice, «la juventud no existe».
«Hablar de los jóvenes es hablar de promesas y es hablar de alegría», agrega el sumo pontífice, pero también es hablar de exclusión.
«Creo que debemos pedir perdón a los jóvenes porque no les tomamos siempre en serio», declara el papa argentino, de 81 años. Más grave, «no les ayudamos siempre a encontrar su camino ni los medios que les permitirían no terminar en la exclusión».
«Cada ser humano debe tener la posibilidad concreta de trabajar, de demostrarse a él mismo y a sus allegados que es capaz de ganarse la vida», recuerda Francisco, que no ha dejado de denunciar el poder del dinero y la explotación económica.
«No se puede aceptar que algunos empleadores exijan de los jóvenes un trabajo precario y a veces directamente gratuito», dice el papa.
En este libro de 160 páginas, en la edición en español publicada por la editorial Planeta, Jorge Bergoglio cuenta también varios recuerdos de juventud, su vocación naciente después de haberse confesado, los momentos de duda que siguieron.
Habla incluso de sus abuelos, de su abuela materna que le transmitió su afición a la música, una oportunidad para recordar la necesidad del diálogo entre las generaciones.
«Los jóvenes de hoy crecen en una sociedad sin raíces», pero existe una solución, «el diálogo de los jóvenes con los ancianos».
Porque muy a menudo, explica el pontífice, los jóvenes tienen la ilusión de estar juntos gracias a las redes sociales, pero «el problema de internet es precisamente su carácter virtual».
No hay que caer en la trampa del «jovenismo», demasiado frecuente entre algunos padres, alerta también Francisco.
«Hay demasiados padres que son adolescentes en su cabeza, que juegan a la vida efímera eterna y que, consciente o inconscientemente, hacen a sus hijos víctimas de este juego perverso», insiste.
Además, el papa denuncia los estragos de la cirugía estética, tan de moda entre los jóvenes de algunos países, en particular en América Latina, donde muchos buscan «corresponder a las normas de la sociedad para no terminar entre los excluidos».