El Padre Palmar salió de Venezuela para «evitar ser asesinado»

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Durante años el cura José Palmar criticó sin piedad al gobierno venezolano desde las redes sociales, encabezó multitudinarias protestas y se alió con estudiantes universitarios que salieron a las calles a reclamar la renuncia de las autoridades. Cobijó en su casa a familias sin comida ni medicamentos y denunció la muerte de niños por hambre.

Tras varias amenazas y ataques contra él y sus familiares en enero huyó del país con tres maletas repletas de sotanas y ornamentos sacerdotales.

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El sacerdote católico pidió asilo político en Estados Unidos y desde el exilio en Miami aseguró que seguirá su campaña de denuncias contra el gobierno de Nicolás Maduro y pedirá al mundo que sancione a su país.

«Me decido a salir de Venezuela para evitar ser asesinado», dijo Palmar en una reciente entrevista con The Associated Press en la oficina de su abogado, Iván Guerrero. «No me perdonan que yo haya descubierto la olla de la corrupción de (el expresidente Hugo) Chávez», expresó el cura, de 57 años, tras explicar que en 2007 entregó al Congreso venezolano documentos sobre más de 60 presuntos casos de corrupción en la empresa petrolera estatal PDVSA.

Palmar sostuvo que es el primer sacerdote que escapa de su país.

Algunos medios locales venezolanos han reportado que otros dos curas venezolanos huyeron por supuesta persecución, pero las autoridades no han ofrecido comentarios.

El gobierno de Venezuela -que niega que el país esté atravesando una crisis humanitaria- no ha hecho declaraciones sobre la salida de Palmar y tampoco se ha expresado públicamente sobre sus críticas. En tanto, la Conferencia Episcopal Venezolana dijo a AP que no lleva un registro de los curas que huyeron y pidieron asilo.

Desde 2014 se ha registrado un aumento de 2000% en la cantidad de venezolanos que buscan asilo en diferentes países del mundo, de acuerdo con la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas. En Estados Unidos están al tope de la lista.

Palmar relató que en cuatro oportunidades su casa parroquial en Maracaibo fue tiroteada. Dijo que fue detenido y torturado, al igual que una hermana y su sobrina, y que en los últimos meses recibió cuatro llamadas telefónicas en las que le que le advirtieron que sería asesinado si no dejaba de atacar al gobierno a través de las redes sociales.

La última advertencia fue el 1 de enero cuando una camioneta del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional persiguió a su automóvil e intentó arrinconarlo. Palmar iba a su iglesia para ofrecer misa y llamó a la congregación para avisar lo que estaba sucediendo. Cuando llegó a la parroquia varios centenares de feligreses salieron para resguardarlo.

El primer ataque fue en febrero de 2014, cuando 14 policías le quebraron tres costillas y las dos muñecas en una marcha callejera en la que él trataba de salvarle la vida a un estudiante tirado en el piso. En 2016 perdió gran parte de su dentadura cuando efectivos de la Guardia Nacional golpearon su cabeza con la culata de un fusil al detenerlo en la calle. En 2017 hubo dos ataques más, aseguró.

Durante años la cúpula de la Iglesia católica venezolana ha criticado al gobierno y ha exigido acciones urgentes para atender a millones de venezolanos agobiados por la crisis económica.

Junto con varios líderes iberoamericanos el Vaticano mantuvo en 2016 una activa participación para facilitar el diálogo entre el gobierno y la oposición, pero el proceso fracasó tiempo después por diferencias entre las partes.

El 10 de enero Palmar salió hacia México con la ayuda de un amigo que le compró los pasajes vía Panamá y le ofreció albergarlo en Toluca.

Menos de una semana después su amigo fue muerto a tiros cuando bajaba una tarde de su camioneta para comprar pan a pocas cuadras de su casa. El cura interpretó el crimen como una advertencia para él.

«Yo no podía seguir exponiéndolos… yo los ponía en peligro», dijo.

Algunos amigos lo pusieron en contacto con el grupo USA Refugees que ayuda a inmigrantes en Miami y se encargó de ofrecerle transporte y asesoramiento legal para que viajara a Estados Unidos.

«No queríamos que nadie se enterara de donde estaba», expresó Carmen Jaqueline Jiménez, la fundadora del grupo, tras explicar que temían por la vida del cura.

Desde Toluca el sacerdote fue a Monterrey y desde allí a Matamoros, en la frontera con Brownsville, Texas. Cruzó caminando el puente limítrofe y les dijo a las autoridades estadounidenses que quería pedir asilo y temía regresar a su país.

Permaneció detenido 38 días hasta que las autoridades determinaron que su temor era creíble y lo dejaron en libertad, un procedimiento estándar para todos los que piden asilo.
Las autoridades de inmigración no respondieron de inmediato un pedido de comentarios por parte de la AP.

El abogado del cura dijo que el de Palmar «es un caso de asilo 100% aprobable».
«Es tan grave», consideró, que también podría presentarse una demanda civil en busca de un resarcimiento económico. Por ahora, sin embargo, están concentrados sólo en el asilo, manifestó.

Palmar dijo que se siente culpable de tantos años de gobierno de Chávez y Maduro porque él votó a Chávez. Por eso decidió levantar su voz y lo seguirá haciendo: «No vine a hacer turismo a Estados Unidos, ni a buscar un refugio escondido».

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