La falta de dinero en efectivo además de ser un problema diario para los venezolanos, es uno de los más perjudiciales, asegura la empresa consultora Ecoanalitica, en su informe correspondiente a esta semana, dado a conocer este lunes a los medios de comunicación.
Señalan que los venezolanos se ven en la obligación de hacer largas colas en los bancos para recibir porciones cada vez más reducidas de efectivo, como si de otro bien básico se tratara. El mercado está comenzando a reconocer la escasez al fijar comisiones cada vez más altas a las compras de dinero efectivo a cambio de transferencias bancarias.
Advierten que incluso se están comenzando a observar casos en que un mismo producto muestra distintos precios, dependiendo del medio de pago utilizado en la transacción. Esta situación está afectando a segmentos de la economía que suelen realizar sus transacciones en esta modalidad, como la economía informal, el transporte público y el pequeño comercio en general.
Explican que el Gobierno argumenta que una buena parte del dinero es desviado a la frontera para cubrir las transacciones de dólares en el mercado negro. Aunque puede haber algo de cierto en esta narrativa, es sin duda solo una parte de una historia que se remonta a varios años atrás.
Como muchos de los componentes que forman la actual crisis general, este problema no se resolverá tan fácilmente. En este trabajo, describen las causas de la crisis, y los retos que se le presentan al Gobierno en esta materia.
Una terquedad que salió cara
Ecoanalítica recuerda que la provisión de dinero en efectivo es una de las funciones básicas de los bancos centrales. Es verdad que las nuevas tecnologías financieras están reduciendo las necesidades de efectivo gracias a las tarjetas de débito, transferencias y nuevas formas de dinero electrónico. Pero el efectivo todavía cumple un rol importante en la dinámica económica, sobre todo en los países en desarrollo.
En los últimos años, la provisión de dinero se ha convertido en una carga financiera creciente para el Gobierno, pues cada uno de los billetes en circulación tiene un costo de fabricación independiente de su valor nominal.
Desde el año 2010, el stock total de billetes en circulación se ha multiplicado por 7, al entrar en circulación más de 14.000 millones de piezas, sin contar aquellas que han tenido de ser retiradas de circulación por desgaste u obsolescencia. Contradictoriamente, durante la mayor parte de ese tiempo el país ha sufrido una contracción real de la actividad. Esto quiere decir que el Gobierno necesita más billetes para transar la misma cantidad de valor real.
Este fenómeno se debe, en parte, a la decisión tomada por el Gobierno de mantener el billete de VEF100 (Bolívar venezolano fuerte) como el de máxima denominación en un contexto de alta inflación. Desde la introducción el billete en enero de 2008 hasta la aparición del nuevo cono monetario, en enero de 2017, transcurrieron más de 9 años, durante los cuales la inflación acumulada fue 22.704%.
Este retraso se hizo patente en el hecho de que el billete de 100 llegó a representar la mitad de los billetes en circulación, cuando en un principio representaba poco más del 10%. Para ese momento ya era evidente que existía un desajuste importante en la provisión de efectivo. A pesar de esta medida, 2017 fue el año en el año en el cual se sintió con mayor intensidad la crisis del efectivo. El efecto del nuevo cono se vio anulado rápidamente por la inflación récord de 2.874,3% a cierre de año, destaca Ecoanalítica.