Vargas Llosa: «Venezuela debe servir de ejemplo preventivo»

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La situación política y social que vive Venezuela «debería servir de ejemplo preventivo» para Latinoamérica, especialmente de cara a las próximas elecciones en naciones como México, dijo el miércoles el escritor peruano Mario Vargas Llosa en Madrid durante la presentación de su nuevo libro, «La llamada de la tribu».

«Hay una posibilidad, y las encuestas dicen qué grande, de que México retroceda de la democracia hacia una democracia populista, demagógica. ¿Van a ser tan insensatos los mexicanos teniendo el ejemplo trágico, horrible de Venezuela, de votar por algo semejante?», manifestó el autor laureado con el Nobel de Literatura refiriéndose a los comicios presidenciales del 1 de julio, de los que saldrá el sucesor de Enrique Peña Nieto.

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«Mi esperanza es que haya suficiente lucidez como para ver a dónde conduce ese suicidio que es votar por el populismo, por la demagogia, por recetas que están absolutamente fracasadas en el mundo entero», apuntó. «Creo que lo ocurre en Venezuela, que es una tragedia espantosa, debería servir de ejemplo preventivo a los países latinoamericanos».

En «La llamada de la tribu», el escritor de 81 años traza una autobiografía intelectual revisando la obra de Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean-François Revel. Según Vargas Llosa, estos pensadores de corte liberal llenaron el vacío que le dejó su «ruptura» con el socialismo y Cuba, tras ver de cerca una revolución que «tuvo un efecto gigantesco en América Latina y fundamentalmente en mi generación», y el distanciamiento de las ideas de Jean-Paul Sartre que lo acompañaron en su juventud.

Al contrario que con México, sus pronósticos son menos halagüeños con Venezuela, que está llamada a las urnas el próximo 22 de abril para unas elecciones presidenciales.

«De estas elecciones solo se puede esperar un fraude monumental», declaró Vargas Llosa, quien denunció que los procesos electorales hace años que no son «libres» en el país suramericano y que la «enorme impopularidad» del gobierno de Nicolás Maduro, que buscará la reelección, no hace sino agravar el panorama.

El balance de las últimas décadas en la región, sin embargo, es de un avance «muy notable»: «La América Latina de las dictaduras militares que yo viví en mi juventud prácticamente ha desaparecido. Dictaduras tenemos en Cuba y Venezuela; prácticamente el resto son democracias imperfectas, algunas mucho más imperfectas que otras, y algunas que van camino de la prosperidad, de la civilización».

«En última instancia, lo que importa es salir, avanzar y progresar, y eso está ocurriendo en muchos países latinoamericanos», concluyó el Nobel.

Vargas Llosa reiteró su compromiso con su país de origen para evitar un regreso a la «tradición espantosa que ha convertido a Perú en un país pobre, en un país lleno de injusticias sociales».

El escritor, que participó activamente en la política nacional y fue derrotado por Alberto Fujimori en las elecciones presidenciales de 1990, criticó al actual mandatario, Pedro Pablo Kuczynski, «por haber sacado a través de un indulto ilegal, abusivo, a un dictador que fue juzgado impecablemente por un tribunal civil y condenado a 25 años de prisión. Creo que si volvieran los Fujimori al poder sería un retroceso terrible para nosotros».

Aunque durante su juventud Vargas Llosa se implicó activamente en el Grupo Cahuide, una formación comunista de la Universidad de San Marcos, antes de abrazar el socialismo, ahora evita los «carteles políticos» que supongan definirse más allá de defensor del liberalismo, una corriente a la que atribuye «todas las grandes reformas democráticas», incluyendo la obtención de libertades personales.

«Yo prefiero que mis pronunciamientos, mis actos, mis artículos y mis declaraciones me vayan definiendo. Soy demócrata, soy liberal, soy antinacionalista, antidictaduras, pero dentro de eso caben todavía muchísimos matices», dijo el autor de clásicos de la literatura latinoamericana como «Conversación en La Catedral» o «La fiesta del chivo» durante la presentación a la prensa de su último ensayo.

Entre los actos que definen al reconocido literato está su postura sobre la disputa independentista entre Cataluña y España, el país donde reside desde hace años y donde ostenta el título de Marqués de Vargas Llosa desde 2011. El escritor sostiene que el «monstruo» del nacionalismo transformó la región nororiental, en la que residió en la década de 1970 _ y donde nació una de sus hijas _ y que sirvió de escenario para el reencuentro entre escritores españoles y latinoamericanos tras años distanciados. Entonces, dijo, los secesionistas eran «cuatro gatos» considerados «anacronismos vivientes».

«El nacionalismo es un monstruo, es una ideología profundamente antidemocrática. Lo que ha ocurrido en Cataluña es que se ha creado artificialmente, fundamentalmente a través de la educación. (…) Todo eso es una fabricación absoluta que no tiene nada que ver ni con la historia ni con la realidad social y económica», señaló Vargas Llosa, que participó en una multitudinaria manifestación unionista por las calles de Barcelona tras el ilegalizado referéndum secesionista de octubre.

«Tengo la esperanza de que ese fenómeno haya quedado atrás, que después de esta experiencia terrible que hemos vivido, el seny (sentido común) catalán se imponga una vez más y que los catalanes descubran que el nacionalismo es un anacronismo que no tiene razón de ser en la España de hoy en día», agregó.

Tras la retirada de una obra titulada «Presos políticos» de la feria de arte contemporáneo de Madrid Arco, y de que una juez española decretó el secuestro del libro sobre narcotráfico «Fariña», Vargas Llosa dijo que «prohibir libros, prohibir cuadros es absolutamente antidemocrático y hay que combatirlo. La cultura debe manifestarse con toda libertad aunque nos guste o no nos guste».

En los últimos años, Vargas Llosa lidia con otra faceta de su fama a la que no está acostumbrado: es víctima de la «chismografía social», que se ha colado «incluso en los periódicos más serios» desde que hace tres años saltara a las primeras planas de las revistas tras comenzar una relación sentimental con la celebridad filipina Isabel Preysler, quien estuvo casada con el astro de la canción Julio Iglesias.

«Hay que resignarse, aunque protestando, contra esa civilización del espectáculo que por desgracia es la nuestra», concluyó el Nobel.

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