Abdalá observa en un hospital jordano una prótesis impresa en 3D que devuelve la esperanza a muchos sirios e iraquíes amputados en la guerra.
Este soldado iraquí de 22 años perdió la mano izquierda y resultó herido de gravedad en la derecha en 2016, en la explosión de una mina durante los combates contra el grupo Estado Islámico (EI) en Mosul.
«No es fácil sustituir una mano, pero la prótesis es la mejor solución (…) me devuelve una cierta autonomía», dice Abdalá (un nombre ficticio). «Ya no tendré que depender de la ayuda de mi hermano para alimentarme».
Abdalá es un paciente del hospital Al Mowasa, administrado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en Ammán.
La impresión 3D permite producir prótesis a mejor precio y a medida, según los artífices del proyecto que concibe y fabrica prótesis pasivas, es decir sin partes móviles.
Vestido con pantalones tejanos y camisa verde, Abdalá cuenta que después de la explosión fue trasladado a un hospital de Erbil (Kurdistán iraquí) antes de ser enviado a Jordania para obtener una prótesis impresa en 3D.
«Ahora estoy mejor», asegura a la AFP con una sonrisa. «Espero que me operen de la mano derecha y conseguir otra prótesis que me permita mover la izquierda».
Un equipo especializado del proyecto Prótesis 3D de la Fundación MSF se instaló en Jordania hace un año y recibe a pacientes desde junio, sobre todo a víctimas de las guerras en Irak, Siria y Yemen.
«La mayoría de nuestros pacientes tienen un brazo amputado por debajo del codo», explica Pierre Moreau, coordinador del proyecto Prótesis 3D en Ammán, que asegura que han recibido decenas de solicitudes de prótesis.
El procedimiento comienza con un balance clínico seguido de un escáner para hacer una imagen 3D del muñón.
Un programa informático de modelización concibe después el encaje y la prótesis, antes de imprimirlo en 3D mediante la superposición de capas de plástico u otro material, explica en su página web la Fundación MSF.
El proyecto Prótesis 3D trabaja en colaboración con un laboratorio digital en Jordania.
‘Necesidades del paciente’
Según Pierre Moreau, el proyecto Prótesis 3D en Ammán permitió tratar a 15 pacientes (5 sirios, 2 iraquíes, 2 yemeníes, 2 palestinos y 4 jordanos).
«Elegimos Jordania porque disponemos de uno de los hospitales más grandes y mejor equipados, el reino es un país estable de la región y por consiguiente podemos acoger a pacientes de Siria, Irak y Yemen», explica.
Estas prótesis «son menos costosas y más ligeras» que las tradicionales, cuyo precio puede alcanzar miles de dólares. Cuestan entre 20 y 50 dólares y están concebidas de forma individual «según las necesidades del paciente», añade.
Ibrahim al Mahamid es oriundo de Deraa, una ciudad rebelde del sur de Siria. Este extaxista de 33 años perdió la mano izquierda en un bombardeo en 2013 y está siendo tratado por MSF.
«La nueva prótesis me devolvió la esperanza de poder reanudar mi trabajo y asumir las cargas familiares», afirma este padre de familia que desde 2014 vive en Jordania.
El proyecto de MSF también beneficia a las personas con enfermedades congénitas, como la pequeña Acile Abou Ayada, quien nació sin la mano derecha.
Una mano artificial proporcionada por MSF permitió a esta niña de 7 años «ir al colegio e incluso hacer bosquejos», explica su padre Rauhi, de 32 años, en la casa familiar del campo de refugiados palestinos de Jerash, uno de los más pobres de Jordania.
A Acile le gusta jugar y pintarse las uñas. Ahora puede hacerlo sola en las dos manos.