No sé si me quedaré en el camino en mi ruta quincenal del Guaire al Turbio.
Malos momentos vivimos –momentos que ya son cuatro lustros- en nuestro país y uno de los últimos, el cierre de la edición impresa de EL IMPULSO. No es su vida centenaria ni decana de la prensa nacional lo que quiero destacar, lo han hecho otros y mejor de lo que yo podría hacerlo. Quiero destacar su nombre.
En una de la acepciones de la palabra impulso en el diccionario Pequeño Larousse Ilustrado, dice que, en sentido figurado, es la fuerza que impele a hacer una cosa, pone como ejemplo, impulsos del corazón. En realidad, en este sentido figurado, todos los impulsos son del corazón y los realiza la voluntad. Es esto lo que ha llevado a los héroes y los santos a realizar sus hazañas que han cambiado la historia, transformado una época, llevado a dar un paso adelante a la humanidad. Cuanto este diario fue bautizado hace más de 100 años con el nombre de EL IMPULSO, ya fue marcado su destino y su idiosincrasia: jamás se dejará vencer, siempre algo, alguien, lo impulsará adelante, ¡no se lleva en vano un nombre!
La familia Carmona ha estado siempre en la historia de EL IMPULSO, su tesón lo ha sostenido, sorteando circunstancias adversas o aprovechando períodos de bonanza para acrecentar y afirmar la gran empresa editorial. El apellido Carmona es homónimo de una provincia y ciudad andaluza: “La historia de Carmona, y su prehistoria, abarca desde la ocupación, que corresponde con el actual municipio de Carmona, en la provincia española de Sevilla, de los grupos de cazadores-recolectores del Paleolítico, posteriores asentamientos neolíticos y de la Edad de los Metales hasta llegar a épocas históricas donde ha tenido continuidad hasta la actualidad” (Wikipedia). De manera, pues, que esta familia Carmona larense viene de lejos, desde la prehistoria de la Península Ibérica, y su cuna ha permanecido viva a través de miles de años. Así, los Carmona nuestros, promotores, dueños y sostenedores de El Impulso, no desmienten la tenacidad de su estirpe. Con tan buenos alicientes, el diario permanecerá vivo tanto en digital como impreso. Ni él, ni sus dueños y directivos, ni su personal intelectual, administrativo y laboral, se van a dejar abatir por la temporal desgracia que atraviesa Venezuela.
Vivimos en el país una época de oscurantismo. Hay muchos males, hasta da pereza contarlos y ya hay suficientes estadísticas de ellos, pero nada personifica mejor una época así que la falta de libertad de expresión y es para coartar ésta que afila sus garras el régimen actual.
Sabe que quien se expresa vence y, como cada día ve como su permanencia se tambalea, cada día extiende más sus tentáculos para ahogar esa libertad. Le ha tocado ahora a El Impulso como antes a otros. Pero tengo esta firme esperanza: que a esa la mano ejecutora que es la inicua distribuidora de papel Maneiro, el tiempo no le alcance para alanzar a otro periódico.
Sea un ejemplo para los abatidos y desalentados, el permanente impulso de los Carmona para impulsar EL IMPULSO.