Esta contradicción de altos ingresos petrolero con decrecimiento económico demuestra lo certero de los análisis de personalidades que como Maza Zavala hablaban de “crecimiento sin desarrollo” o el proceso del “antidesarrollo” estudiado por Malavé Mata, pero sin duda alguna quien más fuerte lo denunció fue Pérez Alfonso, quien desde 1971, antes del primer gran boom de los precios del petróleo, fue persistente en la necesidad de disminuir los ingresos petroleros para así evitar la “indigestión económica”, producto de las pocas posibilidades de ser absorbidos eficientemente por la economía.
Años después sería más tajante en sus ataques a los proyectos expuestos en el V Plan de la Nación al que no dudo en llamar “Plan de Destrucción Nacional”, al endeudamiento externo, avizoró la fuga de capitales, así como las densas manifestaciones de la crisis que se avecinaba, al final declararía su pérdida de fe en la posibilidad de la “Siembra del Petróleo”. “El Festín Petrolero” no permitió oír ninguna de esas severas pero acertadas advertencias.
Así mismo, podemos ver que entre 1973 a 1975, mientras las inversiones del estado aumentan en 63.2 % la inversión privada lo hizo solo en un dos por ciento y desde 1977 se produce en el país un proceso de desinversión por parte del capital privado que llega hasta nuestros días. La inflación que históricamente había tenido niveles parecidos a los países desarrollados, de apenas 3 % interanual entre 1957 y 1973, logra aumentar 55.4 % entre 1974 a 1978 y más del 70 % de 1979 a 1983.
Igualmente, la deuda externa que apenas era de 2000 millones de dólares en 1973 pasan a 14 mil millones dedolares en 1978 y a 29.000 millones en 1983. En general, en el periodo 1973 a 1983 mientras que el ingreso petrolero aumentó en 350 % los gastos lo hicieron en 540 % y la deuda externa creció en un 2000%. A esto debemos añadir la fuga de capitales, que se produce fundamentalmente en el gobierno de Luís Herrera Campins, que sobre pasó los 80 mil millones de dólares.
Los altos precios a los que había llegado el petróleo produjeron políticas de sustitución y conservación en los consumidores, lo que produjo a partir de 1982 una caída en los niveles de exportación y en los precios. Junto a esta merma de los ingresos, fuga de capitales, caída general de nuestra economía y las presiones de la banca internacional que exigía el pago de los créditos cedidos en la década anterior, se produce un ambiente para inmediatos ajustes estructurales de la economía, que debían comenzar con la devaluación de la moneda y controlar la fuga de divisas. Sin embargo, estas medidas por representar un costo político y social no se realizaron sino hasta febrero de 1983.
A finales de 1982 se intentó palear la situación revalorizando el oro que el Estado poseía en las arcas BCV y a través del control de las divisas petroleras por parte de esta institución, que hasta ese momento eran manejadas por PDVSA. Ante la precaria situación de 1983, al gobierno de LHC no le quedó otro remedio que tomar la decisión de establecer un régimen de cambio diferencial y de imposición de un control de cambios.
El bolívar que durante veinte años había tenido una cotización de 4.30 por dólar es devaluado ese año a 7.50. En cualquier economía, la devaluación es un paso para contribuir a equilibrar la balanza de pagos e incentivar la producción interna con fines de exportación, sin embargo, en nuestro país las medidas de devaluación desde 1983 hasta el presente ha sido una práctica más de carácter coyuntural con el propósito de producir más bolívares por dólar y de esta manera enfrentar el déficit fiscal. Continuará…