El uso del “dinero plástico” como medio de pago le sale caro a los consumidores larenses debido a las altas comisiones fijadas para las transacciones efectuadas con tarjetas de débito si el punto de venta es alquilado.
En Barquisimeto son recargados los precios de los productos, y algunos comercios manejan dos alternativas, una que es la legal si paga con efectivo, y la otra inflada si lo hace con tarjeta de débito o crédito.
Los primeros puntos de venta fueron suministrados por las entidades bancarias a través de una compañía que les prestaba el servicio.
Para contar con este en su establecimiento, el empresario debía acudir a las oficinas de la entidad bancaria de su preferencia. El requisito indispensable para activarlo era contar con una cuenta corriente no remunerada a nombre del local.
¿Ahora cómo se maneja? Agotadas las asignaciones de los bancos se utiliza el alquiler de los equipos a través de terceros.
¿Cómo consiguen las actuales empresas arrendadoras este punto de venta? Es el misterio.
Los asignados por los bancos cobran un 4 o 6 por ciento de las ventas, y los arrendados el 10 por ciento según el caso de Jesús Arambulet, propietario de abasto y licorería situada en Patarata.
Ese porcentaje, llamado de adquirencia o afiliación, deben pagarlo los comercios a la entidad que afilió el negocio al sistema de pago electrónico y que le proporciona la plataforma y el lector de tarjetas.
Al final, esos costos los sufragan los consumidores, pues los comerciantes los incluyen en el precio final de los bienes y servicios.
A pesar de eso, muchos negocios piden al cliente pagar en efectivo a cambio de obtener precios más bajos, lo cual les permite ahorrar el monto de la comisión que deben cancelar por la transacción electrónica.
Las empresas alegan que, como las comisiones son tan altas, la única forma de aplicar descuentos de precios es con el pago en efectivo.
El consumidor siempre es la víctima
Las tarjetas de débito se alimentan de las cuentas corrientes o de ahorro de los titulares.
No hay manera de escapar de estos galopantes atropellos y verán por qué: El Banco de Venezuela, por ejemplo, está abriendo las cuentas solamente digitales, es decir, sin libretas, lo que significa que al asignárseles la tarjeta no pueden retirar dinero de la taquilla, sólo en telecajeros que nunca lo tienen y si lo hay únicamente entregan 10 mil bolívares.
Esto lanza al ciudadano a comprar más caro. En efectivo un precio, y con tarjeta desde un 10 por ciento hasta un 25 por ciento adicional, situación que descapitaliza el bolsillo de las personas en medio de la grave escasez de alimentos y medicinas.
Alarmantes los casos que se presencian en mercados como el Terepaima donde hay que entrar con las manos en alto por lo elevado de los productos. Si afuera vendedores ambulantes ofrecen un kilo de caraotas por 60 mil bolívares en efectivo, allí tiene un costo de 100 mil y hasta 140 mil, lo que desvaloriza su bolívar y hace crecer la inflación.
Este cobro de porcentaje en puntos de venta es un delito que acarrea de 8 a 10 años de prisión en Venezuela, de acuerdo a un amplio reportaje que sobre el particular publicó EL IMPULSO el pasado domingo 28 de enero en la página B6, escrito por Richard Alexander Lameda.
Benedicta Parra, una humilde compradora dijo horrorizada que “nos estamos comiendo unos con otros. Ellos tienen el mismo status nuestro y perdieron la sensibilidad. No hay derecho”.
Jóvito Moncada tomó un producto y al escuchar el precio lo dejó en su sitio. “No poseo en mi tarjeta lo suficiente para adquirir otras cosas qué comer”.
Jesús Ocanto, un vecino de Patarata II reconoce que todo genera gastos, refiriéndose a la adquisición de los puntos de venta, pero que los bancos o el gobierno deberían implementar medidas que no perjudiquen ni a los unos ni a los otros. Estima que además deben mejorar el sistema en las líneas que en horas pico y de mayor apremio se caen ocasionando largas colas para los pagos porque no pasan las tarjetas.
En ese concierto de cosas, explicó, se infiltran los acaparadores, bachaqueros, explotadores y usureros quienes hacen un “asalto a mano armada” que debe ser sancionado con todo el peso de la ley. “En Venezuela hay un canibalismo que está contribuyendo a la destrucción del país. El que puede se come al otro. Se perdieron todos los valores en nuestra Patria”, concluyó.
Jesús Arambulet reconoció que hay que adicionarle un porcentaje a la mercancía que se expende porque la comisión que cobra la empresa que transfiere es muy alto y las ganancias muy pocas, citando como ejemplo que a un litro de leche se le gana sólo 5 por ciento, y con el 10 por ciento que resta la empresa contratista no habría ganancia sino un 5 por ciento de pérdida. Unos productos cubren lo que no se gana en otros. Certifica que en efectivo los precios bajan considerablemente.
Escalofriante realidad social de un país que se hunde en el hambre, la inflación y la miseria. Es inaceptable que mientras la gente lucha por cuadrar su presupuesto familiar para comprar barato tenga que pagar elevados costos por el pan de cada día gracias a la inhumana política bancaria que respalda el alto costo de la vida, se escuchaba decir en la cola de un supermercado mientras en otro sector, un vecino hurgaba en la basura para saciar su hambre y la de su familia.
No se puede creer que miles de venezolanos merodeen en las ferias de comida rápida con la esperanza de consumir las sobras que otros dejan en sus bandejas de servicio. Es indignante que nuestro pueblo sea esclavo del desconcierto de si aparecerá el dinero en los bancos que circule como antes, o si al terminar la noche volverán a ver la luz del día.