Cada 2 de Febrero se cumplen los 40 días después del Nacimiento el 25 de Diciembre. Y ese día la Iglesia conmemora la Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de la Santísima Virgen María. Por cierto, este evento lo recordamos durante Rosario en el Cuarto Misterio Gozoso.
Pero esta Fiesta de la Presentación es muy popular. ¿Por qué? ¿Por qué tanta gente en las iglesias el día 2 de febrero? ¿Qué es lo que se celebra? ¿Qué es lo que reparten ese día? Todos responden que es la Fiesta de la Candelaria. Y que vienen a buscar velas benditas
Pero ¿no es la Fiesta de la Presentación? ¿Por qué, entonces, la Fiesta de la Candelaria?
Nuestra Señora de la Candelaria es la Santísima Virgen representada con una vela o candela en sus manos. Y es que, como Cristo es la Luz del Mundo, ese día se bendicen las velas que a todos nos interesan tanto. El problema es que a veces se buscan como protección y, lamentablemente, hasta como superstición.
El viejo Simeón, que tenía la promesa de Dios de conocer al Mesías prometido antes de morir, al ver llegar al Niño Jesús al Templo, lo proclamó como “Luz del Mundo”, pero también predijo que sería “signo de contradicción”.
Efectivamente, las velas benditas de esta Fiesta de la Presentación del Señor, nos recuerden que Jesús es Luz del Mundo y que, para nosotros, no puede ser signo de contradicción. Es decir, no podemos oponernos a El, que es nuestro Dios.
Y ¿para qué es la Luz? Para dejarnos iluminar y guiar por ella, no para contradecirla.
Entonces… ¿para qué una vela bendita? Una vela bendita es un sacramental.
El nombre de “sacramental” nos trae a la memoria el de “Sacramento”, ¿no? Podemos deducir, entonces, que alguna relación hay entre ambos.
Los sacramentales nos ayudan a disponernos mejor a recibir los efectos de los Sacramentos. Es decir, los sacramentales nos ayudan a aprovechar mejor las gracias que nos comunican los Sacramentos.
Por eso es que no podemos darle a los sacramentales, como la vela bendita, más importancia de la que tienen, ni mucho menos, olvidarse de los Sacramentos que son lo verdaderamente necesario en la vida del católico.
No quiere decir que no se usen los sacramentales, ni que no tengamos ciertas devociones. Todas estas prácticas nos ayudan a llevar una vida más cercana a Dios, pero nunca pueden ponerse por encima de las cosas que sí son indispensables en la vida espiritual.
Primero van los Sacramentos. Como la Comunión, por ejemplo, que alimenta nuestra alma. Y la Confesión, que nos perdona el pecado cuando se enferma el alma.
¿Y entonces las velas? Las velas usadas con devoción nos disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos, nos dice el Catecismo (#1667). La vela sin Sacramentos tiene poco efecto. Y no las podemos ver como objetos mágicos.
Por eso es que cada 2 de Febrero se bendicen velas que dan luz. Entonces, ésta es la idea: reconocer a Cristo como Luz del Mundo. Para eso son las velas benditas: para dejarnos iluminar por ese Niño que es Luz que ilumina nuestra alma.
Buena Nueva – ¿Velas para qué?
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